¿Habéis soñado alguna vez con viajar en el tiempo?, visitar las titánicas pirámides en su esplendor, ver en vivo a ese añorado personaje al que admiráis, sumergiros en el futuro insondable del ser humano.
Pues bien, hubo quien plasmó esa inquietud en una novela que ya forma parte de la propia historia, Herbert George Wells, y para no ser menos, hubo quien la llevó a imágenes para que pudiéramos regocijarnos y volver a las fantasías de niño.
Sí, hoy toca “El tiempo en sus manos (1960)”, dirigida por George Pal, un magnífico artesano de la ciencia ficción cinematográfica, un verdadero apasionado del género.
George Pal
Con un Rod Taylor en la plenitud de su carrera, interpretando a George, nuestro protagonista, inventor para más señas, que en las veladas de reunión con sus amigos, les comenta sus disquisiciones sobre el tiempo, cómo cambiarlo, cómo explorar la dimensión de la cual somos esclavos eternos.
Rod Taylor
Es en uno de estos preludios de cena, que sus amigos le aguardan prestos a la invitación, cuando George llega de repente, exaltado, sus ropajes hechos trizas, casi derrumbándose por el cansancio, y comienza, tras recuperar el resuello, a contar las hazañas de su largo viaje, sin haberse movido de su laboratorio, pero eso.........................., tendréis que verlo vosotros mismos.
En la extraña singladura de George, le acompaña como partenaire, una preciosa Yvette Mimieux.
Yvette Mimieux
Sin duda, una de las piezas más recordadas de la ciencia ficción, por la enorme calidad con la que está filmada, usando todos los recursos al alcance en la época, la Metro Goldwing Mayer produjo una película a todas luces, inolvidable para los aficionados.
Os contaré que, aunque al personaje de Rod Taylor se le nombra en repetidas ocasiones como George, su nombre, jamás se desveló oficialmente que en realidad, se trataba de un trasunto del escritor de la novela, para confirmar este detalle, debemos estar atentos y observar cuidadosamente el cuadro de mandos de la máquina, en la cual, pone, sin lugar a dudas..............
Y sí, sé que hay un remake de esta obra mucho más actual y con efectos nuevos y por supuesto, más realistas, en especial, me gustan las escenas de transición en el interior del almacén, cuando los coches van cambiando de época, según el viajero avanza en su trayecto, pero, hay algo que jamás, nunca, podrá ser superado por versión alguna, y es..............., la máquina de George, esa deliciosa filigrana de estilo victoriano, con su asiento de terciopelo rojo sangre, su chasis de color oro viejo, las luces de vivos colores, el disco del tiempo, girando sin cesar, ese mando principal, de cristal tallado, en fin, un verdadero sueño hecho ingenio para la pantalla, imposible de olvidar por siempre.
Esta máquina, a escala real, estuvo dando tumbos por los almacenes de los estudios, hasta que en una subasta, un afortunado aficionado, pudo pujar por ella, y poseer, uno de los objetos cinematográficos más bellos de todos los tiempos.
También puedo deciros, que el año en el que George se detiene en su transición al futuro, es el 802701, cifra exacta que sale en la novela de Wells.
En su estancia en el futuro, George, se encontrará con una civilización dividida, venida a menos, con dos clanes de habitantes bien diferenciados, los pacíficos Eloi y los terribles Morlocks. También sabrá de la historia pasada de éstos y de cómo se llegó al estado que él observa, pero no quiero estropearos las sorpresas que os puede brindar esta maravillosa película, y prefiero que la deis una oportunidad.
Tráiler de 1960.
Tráiler del remake del 2002.