El conocido productor y actor judío*Adrían Suar*(Adrián Kirzner Schwartz) reconoció en el programa*Click! Algo te puede cambiar*que los*judíos controlan el 85% de la industria del entretenimiento.
“El judaísmo está ligado con el mundo del espectáculo. Mi relación con el judaísmo (…) pasé de actor a productor, y todos me preguntan (…) por qué soy productor (…) cómo no voy a ser productor*si ustedes ven las películas en todos los lugares del mundo y*el 85% está relacionado con gente de la colectividad (judía)“.
En el monólogo*confiesa su fuerte identidad judía, a pesar de no ser religioso. Según sus propias palabras,*el judaísmo “se lleva en la sangre”, demostrando una vez más que los judíos son ante todo una raza. Que una minoría étnica (en Argentina los judíos no representan ni*el 0,4%) tenga el poder de moldear los comportamientos y actitudes de las masas me parece extremadamente grave;*los judíos utilizan los medios de masas para promover las ideas y conductas que más favorecen*sus intereses étnicos; es decir, en TV siempre se va a fomentar lo que nos hace más susceptibles de ser explotados por la minoría judía.*Su monopolio en la industria del entretenimiento indica además un comportamiento tribal que excluye deliberadamente a los no judíos.
Adrián Suar,*además de identificarse como judío, promueve activamente los intereses de su tribu. En la siguiente foto, podemos verle junto al multimillonario judío*Eduardo Elsztain*(“el dueño de la tierra” según La Nación), máxima autoridad del Jubad Lubavitch en la Argentina, y número dos del Congreso Judío Mundial.
Eduardo Elsztain (izqda) posa junto a Adrián Kirzner Schwartz (centro).
Adrián es conocido por ridiculizar el cristianismo y el matrimonio en sus películas. También promueve el adulterio y la promiscuidad; en definitiva, fomenta comportamientos y actitudes antifamiliares que debilitan a la sociedad, haciéndola más susceptible a la explotación judía desde el Estado.
Los dos protagonistas masculinos de Dos más dos son judíos; el director de la película, Diego Kaplan, también es judío. La productora (Pol-ka Producciones) es propiedad de Adrián Suar, también uno de los protagonistas. Semejante concentración de judíos no puede ser casualidad, más teniendo en cuenta que son una minoría (0,4% en Argentina); el trato de favor de Adrián a los judíos es incuestionable.
La película promueve abiertamente las parejas sin hijos, la infidelidad y la perversión.
Diego (Adrián Suar), Emilia (Julieta Díaz), Richard (Juan Minujín) y Betina (Carla Peterson) son dos parejas amigas de toda la vida. A los 40 años son exitosos profesionales. Diego y Emilia tienen un hijo de 14 años y una vida familiar organizada mientras que Richard y Betina, que no tienen hijos, llevan una vida más mundana. Una noche de celebración Richard y Betina les confiesan a sus amigos que practican el intercambio de parejas y que les encantaría compartir esa práctica con ellos. Esta confesión despierta las fantasías dormidas de Emilia quien le insiste a Diego para que acepten la invitación, es una gran comedia, con significativo mensaje.
En Esperanza mía, Adrián Suan escenifica un romance entre un cura y una monja.
Tomás comienza a ayudar al Convento Santa Rosa, lo que lo lleva a establecer un vínculo muy especial con Esperanza. Ambos comienzan a enamorarse, pero la vocación religiosa de él y el supuesto rol de novicia de ella hacen que vivan un romance prohibido.
Dershowitz, prominente abogado, jurista y autor en EEUU, explica en una conferencia de la organización judeo-sionista StandWithUs por qué los Judíos no deben pedir perdón por ser tan ricos, controlar los medios de comunicación o influenciar el debate público.
Alan Dershowitz destaca también como promotor de la pornografía, la agenda LGTB o las leyes "igualitarias", utilizadas por la Judería organizada para debilitar y destruir la cohesión y unidad de las naciones europeas y euro-descendientes y garantizar así el estatus dominante del pueblo judío por todo el globo.
@Werther