A veces sueño cosas extrañas, pero no sé qué quieren decir.

A veces sueño que estoy en el columpio de un parque urbano y me empiezo a balancear poco a poco. Pasan los minutos y noto que mi cuerpo empieza a aligerarse, mis sentidos empiezan a expandirse en todas direcciones y sorprendentemente lo veo todo desde un plano cenital, omnisciente. El balanceo empieza a ser cada vez más intenso, el corazón se me sale del pecho y de pronto empiezo a volar. Mis sentidos, mi cuerpo, mi esencia se diluye. Soy como una masa etérea que tiene la habilidad de navegar por las nubes y empiezo a ser consciente de que mi cuerpo puede llevarme allá donde quiera mi mente.

Primero empiezo visitando otros parques parecidos al del inicio de mi sueño, para poco después ir visitando los patios de los colegios e institutos, los cuales para mi sorpresa están mortalmente vacíos y envueltos en una espesa niebla que me impide apreciar todos los detalles. Es entonces cuando llego a un chalet con piscina donde me reúno con mis colegas, quienes a simple vista parece que están flirteando con unas chavalas de rasgos eminentemente arios, de cabellos ondulados y sonrisa pícara. Bajo a tierra con inusitada velocidad tras unos arbustos para no llamar demasiado la atención de las personas allí presentes y cambio de forma etérea a forma humana. Ahora ya no estoy en plano cenital, sino que puedo ver y olisquear con mayor profundidad la barbacoa que mis amigos estaban preparando en un día de verano cualquiera que se precie. Modero mis pasos, me acerco a una moza de ojos claros con gran parecido a Sansa de "Juego de Tronos" y de repente mi mundo se ralentiza. Noto como mi sangre empieza a helarse y observo que las muchachas de sonrisa pícara empiezan a sacarme la lengua, pero no una lengua humana y corriente, sino una lengua venenosa y morada, de metro y medio de largo, de un mundo que no e

Rápidamente cambio de forma humana a forma etérea y me dirijo la vista al cielo. "Parece que no soy bienvenido aquí", musito para mi persona. Vuelo, vuelo más rápido que nunca, la neblina empieza a transformarse en una lluvia en principio tímida, pero que poco después tardaría en devenir en una lluvia torrencial, ácida. Recorro los bosques a gran velocidad cada vez a menor altura para refugiarme de un posible constipado. Mi instinto de autoconservación me impele pues, a resguardarme de la ácida lluvia, pero poco tormento resulta, pues no tardaría en encontrar una especie de mansión destartalada y desvencijada.

Bajo a tierra, abro la puerta y todo se difumina. Me empieza a palpitar el corazón por lo que pudiera estar por venir y un escorpión comienza a perseguirme. No es realmente un problema, pues a base de escobazos consigo ponerla en su sitio más temprano que tarde. Pero no estoy solo. Una miríada de insectos de todos los tamaños y colores empiezan a perseguirme. Marciales filas de cucarachas empiezan a rodearme y un alacrán de gran envergadura comienza a intoxicarme con su sola angustiosa presencia y todo empieza a difuminarse...

¡¡Y PUM!! Me despierto de tal pesadilla, entre mil sudores, para no volver a acordarme de ella hasta semanas después. Hasta hoy.