Este hilo sin fotos no vale nada
Del APÉNDICE - Razas inferiores (págs 135-140), del volumen I de HISTORIA DEL PAÍS VASCO NORPIRENAICO, edición de 1976.
Dentro de la comunidad euskalduna ha existido, desde hace siglos, una minoría étnica que no guarda ningún parentesco con aquélla y que continuamente ha sido rechazada, negada su asimilación con los indígenas: se trata de los agotak, buhameak y kaxkarotak.
1.1. Los agotes o cagots o chrestias ocuparon el SW del país hace siglos; en el siglo XIII hay ya textos que se refieren a ellos. Además de localizarse en el país, se instalaron también en Bretaña y en otros puntos al sur de Francia.
De procedencia dudosa, se han adelantado mil hipótesis para explicarla: la más común afirma que eran descendientes de leprosos: enfermos alcanzados de una forma de lepra blanca, tan corriente en las pestes de la edad media: serían leprosos hereditarios a los que, por profilaxis, se les apartaba de los sanos. En 1460 se les declara solemnemente leprosos de boca del vizconde de Béarne. Ohiénart, en el siglo XVI (1), decía: «se les tiene por leprosos y contagiadores de otros, (afirmándose) que en su rostro y acciones aparece algo que les hace despreciables y detestables y que su boca y aliento exhalan un color desagradable». Se distinguían por la ausencia de lóbulo en las orejas.
Otra explicación adelantada: son restos de los visigodos vencidos por Clodoveo (2) en Vouillé (año 507), o restos de árabes a los que Carlos Martel derrotó en Poitiers en el año 732.
También se ha dicho que son restos de una secta cristiana distinta a la católica, o albigenses (3), o albigenses convertidos al catolicismo.
1.2. Podía ser cierto que fueran descendientes de leprosos, aunque la lepra fue un mal general de proporciones europeas, y no existen vestigios de otras comunidades tan detestadas como lo era la de los agotes. Como veremos más adelante, el Fuero prevenía contra ellos medidas que podían explicarse si se les considera como enfermos: pero los Fueros fueron redactados definitivamente, según parece, en el siglo XVI (4); y se puede deducir que éstos dieron por válida una creencia que descansaba más en los prejuicios de la gente que en datos ciertos y comprobados.
Siempre los euskaldunas han sentido reparo en mezclarse con gente extranjera (5), a la que han contemplado con más prevención que apertura; admitir a una persona supone para el euskaldun darle confianza y no quitársela ya; es posible que los agotak no se hicieran merecedores de esta confianza. Y más si, como suponemos, en la ascendencia de éstos existen puntos que recuerdan algún problema religioso o étnico. Dice Oihénart que «de muchísimos documentos se infiere que en lo pasado fueron llamados cristianos (6)..., ellos a su vez llamaban peludos a los nuestros. De donde concluyen con acierto algunos que son los restos de los godos que antiguamente poseyeron Aquitania; y que entre los vascos nació tan grave repugnancia contra esta gente del odio antiguo de este pueblo (aquitano) por los godos». Esta repugnancia podía nacer del sentimiento de haber sido oprimidos por los antecesores de quienes ahora eran oprimidos.
1.3. El hecho es que se adoptaron medidas excesivas contra esta minoría étnica, que tuvo que sufrir un total «apartheid» hasta fechas aún recientes; todavía hoy se conservan innumerables vestigios de su pasado.
Su ubicación era precisa y su separación del resto de la población total: tenían que vivir en lugares apartados de los núcleos urbanos, llamados «cagoteras»; les estaba vedada la entrada a lugares públicos. La discriminación llegaba hasta la iglesia: tenían una puerta especial (7) y no podían mezclarse con los indígenas durante el culto, ni besar la cruz, y en el cementerio tenían también sus lugares especiales. No podían caminar descalzos, se designaban las fuentes de las que tenían que escanciar. Para su reconocimiento, se les obligaba a llevar colgado del cuello un distintivo rojo (8). No tenían licencia de armas, sólo podían llevar cuchillos romos... Las autoridades no se oponían a esta «profilaxis», al contrario la alentaban.
Todas estas medidas impedían el mínimo contacto con ellos por parte de los indígenas. En consecuencia tampoco podían desempeñar ninguno de los innumerables cargos públicos que existían; y, al no poder asistir a las reuniones, su estatuto permanecía invariablemente inalterado, pues nadie alzaba la voz en su favor. Pero las medidas más severas se referían al matrimonio y al comercio carnal: la prohibición de casarse con personas ajenas a su casta estaba castigada con la pena de muerte; por lo demás, el Fuero preveía penas muy severas a quienes rehusaran someterse a la reglamentación.
1.4. No hay que pensar, sin embargo, que se les negase todo derecho de subsistir: es verdad que se les negaba prácticamente todo el laborío: los frutos que arrancaban de la tierra eran únicamente para su sustento personal, no los podían vender. Pero, precisamente por este apartheid que sufrían, gozaban de privilegios que les podían definir como personas libres. Como dice Nogaret, gracias a la discriminación gozaban de casi tantos privilegios como los nobles.
Tenían el monopolio de ciertos oficios: su principal fuente de ingresos era el artesanado: al no poder negociar el vino, la carne o las tierras, se dedicaron preferentemente a la carpintería y sus derivados; y esta faceta era muy apreciada por la gente del país, pues precisamente en estos trabajos eran sobresalientes: los mejores tamboriles salieron de sus manos y, en consecuencia, los mejores tamborileros: el folklore y el arte del país debe mucho a la existencia de los agotes.
Debido además a esta discriminación, estaban exentos de hacer el servicio militar; no tenían limitación de bienes; no tenían deberes ni servidumbres con nadie, no rendían tributo de vasallaje en los lugares en que existía; es decir: tenían una entera libertad a condición de no mezclarse para nada con el resto de la comunidad. Si bien no disponían del derecho de vecinaje (pieza importante en la organización a escala básica del país), dentro de su condición eran perfectamente libres.
1.5 Los agotes, a pesar de estas aparentes y reales libertades, estaban lógicamente descontentos con la discriminación de que eran objeto: en 1514, los de Nafarroa escribieron al papa León X protestando por todas las restricciones de que eran víctimas en asuntos relacionados con el culto. Luis XIV intentó abolir también las barreras de discriminación y trató de proclamar la igualdad perfecta en 1684; pero los euskaros no lo admitieron. En realidad, su situación no evolucionó hasta el siglo XIX.
En este gesto de no-admisión hay que ver, más que la negativa a vivir con una raza «maldita», la preocupación esencial de los euskaros de permanecer iguales a sí mismos. De hecho, han terminado adoptándolos cuando se convencieron de que les eran inofensivos y que los prejuicios estaban en su cabeza y no en la posible enfermedad de ellos. Hoy es imposible cerciorarse de la existencia de agotes en el país. Sin embargo todavía se dan fuera de Euskalerría.
Los agotes se vieron impelidos en el tiempo de persecución a subsistir juntándose entre ellos o con otros personajes ajenos ala comunidad indídena: lo hicieron normalmente con los buhameak o gitanos, de donde salieron los kaxkarotak.
Este nombre intrigante que hoy se da a ciertos bailarines de Lapurdi y de Basa-Nafarroa correspondería a ese cruce de agotes con gitanos de que hablamos; aunque también existe la teoría de que son descendientes de los moros arrojados de España al mismo tiempo que los gitanos (Gallop). Del mismo modo que los agotes y buhameak, sus ascendientes directos, eran antiguamente tratados como parias y obligados a multiplicarse dentro de su clan sin mezclarse con la población indígena. Vivían sobre todo en Zubiburu y se especializaron en la marinería, en la que llegaron a destacar. Eran muy vivaces y buenos comerciantes de pescado.
Hoy, su asimilación es también total.
3.1. El tercer grupo étnico «maldito» era el formado por los buhameak, bohemios, gitanos y vagabundos, que se emparentaron con los agotes como único recurso de subsistencia (9). Este grupo ha sido siempre temido por los paisanos: se les achacan todos los vicios y hay quien incluso afirma que cumplieron un papel muy importante en la introducción de la magia negra en el país. Eran nómadas. Aun hoy se les recibe muy mal: Antiguamente se les odiaba tanto que los Estados de Nafarroa ofrecían dinero a quien pudiera capturar uno.
Se establecen muy pronto en el país: eran muchos cientos; tenían su vocabulario propio, compuesto de euskera, invención propia, sánscrito, persa... De su lengua antigua, el romaní, sólo se servían cuando había gente sospechosa ante ellos y no querían ser entendidos. Pertenecían a la comunidad mundial de gitanos (10).
3.2. Debido a su condición, han sufrido persecuciones sistemáticas y los reglamentos se han cebado contra ellos, conminándoles a abandonar el país (11); las Cortes o Parlamentos de cuantos sitios han concurrido se han proclamado contra ellos con el mayor desprecio y dureza (12). Han llegado incluso a soportar expulsiones masivas (13), pero siempre, han vuelto; hasta el punto de lograr establecerse en Amikuze, Garazi o Arberoa (14). Hoy, además de los kaxkarotak de Zubiburu o Donibane-Lohitzun, un tipo físico que nos habla lejanamente de ellos se ha mantenido en los alrededores de Donaphaleu, Ainzille y Meherin.
La característica principal de ellos ha sido su gran resistencia: se ha empleado la máxima violencia contra ellos, pero siempre han vuelto, han arraigado y prosperado; a la vez, han conseguido hacerse tolerar. Si comenzaron a emparentarse con los demás «malditos», poco a poco siguieron acercándose hacia la población indígena, y parece que en 1789 habían conseguido incluso el derecho a voto. Se puede decir que lo que hizo cambiar de sentido en la apreciación del paisano con respecto a ellos fue su perfecto dominio de las artes de la mar, cualidad tan apreciada en los peublos de la costa del país.
3.3. El comienzo de la instalación de los bohemios parece datar de las migraciones sur-norte (provenientes de España y Portugal), señalando el final del siglo XVI la máxima emigración (expulsión de España en 1570 de judíos y moriscos): mezclados con éstos una gran proporción de gitanos entra y se queda en el país desparramándose por él.
(1) Notitia utriusque Vasconiae, libro III, capítulo V, traducido en varios volúmenes de la RIEV.
(2) Rey franco que reinó de 491 al 511 y luchó contra los alemanes, visigodos y romanos.
(3) De una secta que se formó en los siglos XII-XIII, del grupo de los cátaros (admitían dos principios en todas las cosas, uno bueno y uno malo), y que tuvo su centro en Albi, localidad cercana a Toulouse, en Francia, de donde tomaron el nombre. Negaban el valor de los sacramentos, el culto a las imágenes y admitían también dos principios de todas las cosas. Inocencio III decretó una «cruzada» (1209-1229) contra ellos y los derrotó.
(4) Por eso los Fueros no hicieron más que explicitar lo que la costumbre implícita había declarado como principio. Las costumbres de Baiona, Lapurdi y Xuberoa, fueron redactadas por primera vez en el siglo XVI, bajo Luis XII (1498-1515) y Francisco I (1515-1547), e impresas en Burdeos en 1553.
(5) «Atzerri otserri» sentencia tajantemente un refrán euskaro: «tierra de extranjeros, tierra de lobos». Esto era sobre todo, un mecanismo de autodefensa.
(6) Oihénart afirma que se les llamaba cristianos cuando aún los euskaros no profesaban esta religión (la cristianización del país fue muy tardía).
(7) Algunas iglesias conservan aún estas puertas; en algunos pueblos de Basa-Nafarroa pueden verse aún las miserables casas en que vegetaban.
(8) Cita de Oihénart: «no niego que se les desprecia públicamente y que se les considera en su país natal como gente tan extraña que se les impide tomar parte en los cargos y dignidades públicos; ni tampoco se les autoriza indistintamente y en todo, con los demás moradores del pueblo o lugar, el uso de las mismas cosas. Se les veda con los nuestros no sólo el matrimonio y el trato común, sino también, por decreto de las Cortes de Burdeos, bajo pena de azotes, el salir fuera de sus casas descalzos y sin divisa clara. En la mayoría de los municipios tienen las casas separadas del lugar común, y en los templos separados igualmente los asientos y aparte las pilas de agua bendita».
(9) Muchos de los barrios de agotak estuvieron después ocupados por buhameak. Prevalecieron los caracteres de éstos sobre los de aquéllos.
(10) Los gitanos pertenecen a un pueblo nómada, cuyos orígenes parece que hay que buscarlos en la India. Invadieron Europa hacia el siglo XIII, extendiéndose rápidamente por toda su geografía. Este pueblo, que hoy continúa nómada, sigue sufriendo persecución en todos los países por su incapacidad de adaptación a la sociedad cerca de la que viven, incapacidad proveniente de su fuerte espíritu de clan, y de los prejuicios de la gente.
(11) A partir de 1583, existen ya reglamentaciones contra los vagabundos, en los que se les conmina a abandonar los lugares en cuatro días (hay reglamentos establecidos en 1538, 1555, 1575, 1591, 1592, 1609, 1612, 1618, 1641, 1662, 1665, 1677...). La mayoría de estas reglamentaciones prohibía también categóricamente comerciar con ellos.
(12) No sólo los Fueros establecieron las más severas leyes contra ellos: los Parlamentos de Pau, Burdeos, Toulouse; las Cortes de Pamplona y Zaragoza..., han publicado infinidad de edictos que testifican el asco y desprecio que inspiraban.
(13) En 1777 se pensó en deportaciones en masa; pero Dupré de St-Maur, más humano, propuso su reabsorción social, ofreciendo trabajo a las mujeres y dedicando a los hombres a la pesca; algunos decidieron establecerse en la costa y los resultados fueron óptimos. En 1802 hubo una gran deportación a África: los deportados consiguieron volver de nuevo (Cfrt. Etcheverry, Visages du pays basque (en colaboración), p. 78).
(14) Veyrin, o. c., p. 71.