No conocía este hilo y me ha gustado mucho, sigue así shur.
Érase una vez, en una llanura de la sabana africana, una cebra que dió a luz a otra cebra, siendo ésta última especial ante sus semejantes: pues su cresta de pelo que ascendía por su cuello hasta su cabeza era totalmente negra en lugar de ser también a rayas.
Ésa cresta negra era un augurio entre sus semejantes sobre su capacidad. Obviamente solamente era una mutación, pero los demás actuaban con ello con fascinación y reverencia, y aquella cebra se convirtió en líder moral no por su carisma o por sus habilidades, sino por la omisión de cualquiera que le pudiese plantar cara.
Un día, al cruzar un peligroso río lleno de cocodrilos, habiendo terminado su particular migración, llegaron a una pradera y aquélla cebra la dividió entre las demás cebras, quedándose con la mejor parte, para comer y que las cebras que la cortejaban pudiesen comer también.
Los cazadores percibieron la anómala conducta de aquella cebra, haciendo que las demás se separasen, y al no estar todas juntas, pudieron dar caza por separado a aquellos mansos animales.
La cebra líder, la cebra con la cresta negra, pronto se vió enfrentada a aquellos problemas. Y al no estar acostumbrada a lidiar con ellos, no solamente quedó como una incompetente por su error principal, sino como una idiota por no saber recomponerse.
Finalmente, fue apartada de las demás cebras, y vagó sola por la sabana.
MORALEJA: QUIEN PARTE Y REPARTE, SE LLEVA LA MEJOR PARTE. INCLUYENDO LA PENA, EL DOLOR O EL REMORDIMIENTO.
Había una vez, hace mucho tiempo, una aldea en la cual los niños se estaban aburriendo ostensiblemente. Un adulto, comprensivo, se unió a ellos y les propuso jugar a un juego muy divertido: uno le diría al oído de otra persona una frase rápidamente, y ésa persona debia repetírsela a otra, y así hasta que solamente quedase el último niño por decírlo; que lo diría en alto.
Jugaron al teléfono durante un rato, en el cual se dieron cuenta de cómo los mensajes más simples se trastocaban y de lo difícil que parecía que llegase al final.
Entre risas, aquella comprensión del adulto les fue inculcada. Y con el paso de los años, pese a dar lo mejor de sí mismos a la hora de intentar hablar por otras personas, o intentar transmitir mensajes de cosas que habían visto, no lograban hacerlo.
“Mejoraré” se decían. Pero seguían anclados en intentar arreglar cosas que no les competían.
MORALEJA: UNA ENSEÑANZA ENTRE RISAS MERMA LA IMPRESIÓN EN LOS OJOS, QUE SE ENCUENTRAN PARPADEANDO PARA LAGRIMAR EN LUGAR DE ASOMBRADOS.
El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
Sí, y también dijo Wittgenstein: el saber y la risa se confunden.
Érase una vez, hace mucho tiempo, cuando el Big Bang creó todos los elementos que forman la galaxia, una sombra que se creó entre todos ellos al alejarse. Ésa sombra es inmensa, y está presente en forma de oscuro espacio cuando aparece la noche.
Un día, cuando los planetas empezaron a formarse, las partes de ésa sombra se reunieron curiosas en derredor suyo para observar qué pasaba. Y, asombradas, se vieron a sí mismas al ser el planeta alumbrado por un Sol y existir sombrar en él. La impresión que sufrieron fue la misma que cuando alguien se mira por primera vez al espejo y descubre cómo es en realidad.
Permitieron que los planetas existiesen, porque les parecía bello mirarse en sus sombras. Las sombras existen porque han creado los soles y los planetas para poder mirarse.
MORALEJA: AUNQUE SÓLO TENGAS UNA SOMBRA, NO SABES QUÉ PARTE DE LA OSCURIDAD SE ESTÁ MIRANDO EN ELLA.
Érase una nívea águila
que decidió no salir a cazar
y quedarse en el nido
con su macho a retozar.
Aquella águila tuvo muchos huevos
y temiendo que se cayeran, los llevó al suelo.
Donde se olvidó de enseñarles a volar
y donde su marido se enamoró del lugar.
A aquél lugar en donde se puso a cloquear
llegó un hombre, lo valló y lo llamó corral.
Finalmente, cambiándole la bocina,
fue conocida como gallina
entre sus vecinos de oficina.
Última edición por netzalus; 01/01/2018 a las 23:38
Había una vez una pareja que tuvo una fuerte discusión. Y en medio de las largas frases que compartían para comunicarse, para entenderse, el chico pronunció una en tono bromista y se rió. Ante lo cual, la chica le dijo cediendo a las lágrimas:
-¡¿Por qué te lo tomas a broma?! ¿¡Es que ésto es un juego para ti!? ¡No seas niño!
El chico se quedó sin palabras. Se quedó pensando. Quizás estuviese jugando, pero era una tiranía lingüística hacerle pasar por ése aro. Es injusto, porque todos los seres humanos que crecen han sido niños, y por tanto entienden lo que significa jugar como un niño. Pero él no estaba jugando, al menos no explícitamente. Al hacerle ésa pregunta, le estaba relegando enteramente a su inconsciente, a lo que había sido (un niño) y había conformado su mente, en lugar de averiguar qué es lo que realmente era o estaba haciendo en ése momento. ¿Se había percatado siquiera de lo que había dicho? ¿Había hablado solamente su ego herido?
De repente se dió cuenta de que estaba callado y ella seguía sollozando, presa de sus palabras, de su arrebato, en una convulsión que la recorría enteramente: que era su ego herido, sin duda (quizás el mismo que lo había ignorado, el que deseaba llorar como una niña).
Era una niña, y por tanto le salió la palabra niña antes de ceder a lo que era. Y él también era un niño. Jugando. Seriamente. Pensando. Averiguando. Se encontraba jugando con sus pensamientos justo en ése momento. Ella tenía razón.
Pero estaba indefenso. Era pura inconsciencia. Dudaba profundamente de poder decir todo lo que había pensado antes de que el ego herido de ella lo interrumpiese. Y que su impertinencia al interrumpirlo lo alterase, y fuese incapaz de acabar de explicar lo que sentía. Se había olvidado incluso del motivo de su discusión. Era puro inconsciente. La conciencia era poderle responder a ella en términos comprensibles; la conciencia solamente podía aparecer como el amanecer o el anochecer: cuando la noche se lo permitía.
Por éso se levantó, le dió un beso en la mejilla, y se fue.
MORALEJA: UN BERRINCHE, UN JUEGO Y UNA PREGUNTA SON VERBOS DE NIÑOS FUNDAMENTALMENTE RETÓRICOS. ENTENDIENDO LA RETORICIDAD COMO UNA VUELTA A SÍ MISMO Y NO COMO UN ADORNAMIENTO.
Érase una vez, hace mucho tiempo, cuando Dios creó el mundo y acabó el Domingo, que tras pronunciar su sermón y que todos los seres vivos lo escuchasen, los sentó a todos a la mesa en un impresionante banquete.
-Éste es el festín de la perfección. Comed, hijos míos.
Los humanos fueron los primeros en servirse. Extendieron sus manos y tomaron los platos de tortillas, bistecs, pasteles, licores y panes. Los otros animales se quedaron atónitos ante su descaro e intentaron comer. Las cebras comieron algunas ensaladas; los leones comieron algunos bistecs que quedaban; los simios tomaron plátanos y cocos, aunque algunos humanos también acudieron raudos a servirse de ellos.
Finalmente, solamente quedó hierba por comer. La hierba que servía de guarnición, de adorno. Los animales más hambrientos, que habían visto cómo los demás comían y habían olido aquellos alimentos, se conformaron con comerse aquellas hierbas. Pero los leones, las hienas, los tigres y los cocodrilos, todavía hambrientos, no lo hicieron. Ellos se comieron a los otros animales. Puesto que Dios no dijo que exclusivamente solo se pudiese comer lo servido en los platos.
Los humanos, asustados por el espectáculo, mataron a los depredadores.
MORALEJA: QUIEN SE SIRVE PRIMERO DEL BANQUETE DE LA PERFECCIÓN ES EL QUE DICTAMINA CÓMO SON LAS PORCIONES.
Había una vez, hace miles de años, una raza semejante a la humana, pero que vivía por las noches. Su ritmo circadiano era diferente al de los que vivían por el día. Eran mucho más peludos para soportar el frío, y también mucho más concienzudos en sus cacerías nocturnas.
Pero tenían que lidiar con otros depredadores. Y muchas de sus presas se camuflaban con el terreno. No pudieron comer frutos de los árboles, porque no los veían. Así que acabaron extinguiéndose.
MORALEJA: QUIEN POR LA NOCHE SALE A CAZAR SALE A CAZARSE UN RIVAL.
Érase una vez, hace mucho tiempo, un gigante tullido que no podía comer. Sus manos apresaron lo que tenían en derredor demasiado temprano, y su hambre era tan fuerte que los quejidos de su estómago hacían retumbar la tierra.
Llegó a él un insensato animal, y viendo su dolor tanto como su hambre, le propuso que el coloso le ayudase a ser más poderoso, prestándole su vista, y él le traería parte de la captura.
El gigante accedió, y le enseñó dónde cazar. Pero cuando el lento animal llegó a su destino, su presa se había escapado. Volvió al gigante, y éste volvió a repetir la misma indicación pero en diferente lugar.
Cuando el gigante, cansado de no poder comer, lo volvió a ver venir sin nada, sintió un terrible deseo de comérselo. Pero en su lugar, lo que hizo fue lanzarlo con sus poderosas manos directamente a su objetivo.
Tal fue la fuerza, que al animal se le abollaron las manos y se convirtieron en alas. Volvió volando al gigante con su presa y dándole las gracias lo dejó caer sobre su boca, mientras partía a buscar otro.
Aquél pájaro expandió el rumor. Todos los que lo veían volando, iban pesadamente hacia la montaña, a que el gigante tullido los lanzase con sus brazos y los hiciese volar.
Un día el gigante quedó saciado tras haber hecho volar a tantas aves. Y se convirtió en una pesada montaña.
Fue así como las aves aprendieron a volar y las montañas les proveen de vientos para que lo hagan.
MORALEJA: CUANDO REPARTIERON LAS GANAS DE VOLAR, LOS PINGÜINOS LLEGARON TARDE PORQUE SE RESBALABAN CON EL HIELO.
Había una vez un músico
que elaborando su obra en fá
pretendía que sonase como un lá
en el mismo plano físico.
El desprecio consumado a las notas
que no paraban de manar como gotas
de sus manos que las forjaban rotas
lo volvió un calvorota.
Es la historia de un error.
Llamado vida. Llamado empeño.
Había una vez un perro que fue criado por una pareja de veterinarios. Ellos, lejos de escarmentarse con el dolor que veían en los animales día a día en su consulta, pensaron que aquella experiencia los haría ser mejores cuidadores.
Fue así como colmaron a su perro de atención y cuidado.
Un día, el perro salió a pasear con sus dueños y, siendo soltado en un parque, vió a otro perro que estaba claramente enfermo. Tenía fiebre. Su aliento estaba mucho más ardiente de lo habitual. Pero sus dueños no lo podían saber. No le controlaban la temperatura, porque el pelaje excusaba esa falta de atención. No le daban importancia al castañeteo de sus dientes, porque hasta los animales tienen frío.
Laró y ladró para que lo atendiesen. Pero el otro perro siguió jugando, aprovechando su momento, como debía ser.
MORALEJA: AQUELLO QUE SE AMA SIN VACILACIÓN, OLVIDA EN LA DUDA EL CUIDADO.
Érase una vez, hace millones de años, cuando todavía el planeta no era más que un montón de erupciones volcánicas, una raza de gigantes que vino a él. Sus cuerpos eran de dura piedra. Sus órganos de oro, plata y cobre. Sus uñas, de diamante. Sus ojos, rubíes, zafiros y jades.
No sentían ni hambre ni sueño. Vagaban por el planeta bañándose en la lava y disfrutando del calor. Cuando los gases amenazaron a la lava con congelarla, elevaron sus brazos hasta el cielo y colocaron a aquellos gases en las capas de la atmósfera, creando la mesosfera, la troposfera, la estratosfera, la termosfera y la exosfera.
Pero era cuestión de tiempo que los volcanes dejasen de erupcionar. Y cuando lo hicieron, la tierra comenzó a enfriarse.
Apenados, la abrazaron para darle calor. Y al hacerlo, empezaron a sudar y sudar, porque la tierra absorbía su calor. Se fueron convirtiendo así en montañas.
Su vida fue absorbida. El agua fue moviéndola por el planeta. Y se formó otro tipo de vida. Ésta vida sí necesitaba comer. Y se comieron los huesos de los gigantes, en formas minerales, en formas vegetales, o en formas animales.
Se visitieron con ellos. Los utilizaron como enseres. Y el amor que sintieron los gigantes al abrazar el planeta, que los transformó en una enorme pena en forma de cadáveres, se convirtió en el material del que estaba compuesto su realidad.
MORALEJA: “LO SIENTO” ES LA CORDILLERA QUE UNE EL AMOR CON LA PENA.
Érase una vez un joven amable que aburrido en su día a día se dedicó a jugar a juegos de guerra, violencia y vandalismo. No le daba importancia, solamente era una distracción. Pero en lo más profundo de su ser, de su inconsciente, iba sabiendo cómo reaccionar para cada una de aquellas situaciones, para poder pasarse las fases y mejorar en el juego. Hasta que un día, por la calle, alguien lo increpó. Y no supo reaccionar de otra forma que no fuese violenta.
Érase una vez una joven que aburrida como estaba decidió masturbarse. Fue siendo una constante en su día a día, una forma de calmarse a sí misma. Pero poco a poco fue aspirando a más y más. Más excitación, más vídeos. Hasta que un día de fiesta dos chicos guapos le propusieron hacer un trío y no supo decir que no.
MORALEJA: CREE EL COMETA QUE NO LLEVA VELOCIDAD SOLAMENTE POR NO VER A LA ESTELA DETRÁS.
Érase una vez en un país muy lejano, un hombre hecho y derecho que, dejándose llevar por la cháchara y la palabrería, dijo más palabras de las que debía. Así, acabó desinflándose y volviéndose un niño.
Acudió asustado a un médico, que quedó anonadado ante su caso. Por hacer algo, decidió pincharle una medicina. Y, ante sus asombrados ojos, aquél hombre estalló ante el contacto de la aguja, como si de un globo se tratase.
MORALEJA: PARA LAS PERSONAS RELLENAS DE AIRE TODAS LAS VACUNAS SON DISPAROS.
Hubo una vez en un alejado bosque, una mamá osa que tuvo un cachorro. Aquél oso era muy inquieto y goloso, y esos rasgos lo llevaron a adentrarse en una peligrosa huerta regida por un avaro granjero.
Su olfato captó el suculento olor de los tubérculos enterrados. Y con sus poderosas garras comenzó a cavar para comérselos. Con la mala suerte de que el primero en encontrar, fue una cebolla.
Comenzó a llorar fuertemente, y el campesino salió al huerto atraído por el lamento.
Raudo, se enterró en la tierra. Y con su escuálida figura de pequeño oso marrón, logró pasar desapercibido en la tierra cultivada.
Allí, siguió llorando, y cavando, porque decidió que lloraba por lo buenas que estaban y no por lo sensibles que eran sus ojos. Y mientras lloraba bajo la tierra, iban haciéndose sus ojos más y más pequeños. Hasta al final ser considerado casi ciego.
Fue así como nacieron los topos.
MORALEJA: LA COMPRESIÓN DE LA TIERRA CREA DIAMANTES. PERO TAMBIÉN CREA TOPOS.
Creo haber leído algo de él, retomaré una búsqueda y me leeré algunos más.El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
Había una vez, hace muchos años, cuando los humanos estaban dejando de correr detrás de los animales para dedicarse a la vida sedentaria del labriego, una población que tuvo miedo de que desapareciesen todos los caminos que tanto esfuerzo había costado caminar.
Esa sociedad se dedicó a recorrerlos. Los recorrieron y los volvieron a recorrer. Y así esos caminos perduran hasta nuestros días.
Y, por supuesto, esa sociedad aún sigue viva. Porque su tarea es una sencilla tarea que no tiene pérdida. Tan sencilla es, que muchas veces se los encuentra reposando al lado del camino, saciando su sed o contemplando el paisaje.
MORALEJA: CAMINANTE AGRADECIDO POR ENCONTRAR EL CAMINO, NO DEJA QUE SUS HUELLAS CAIGAN EN EL OLVIDO; PORQUE UN CAMINO QUE NO TIENE PISADAS, SE ACABA CONVIRTIENDO EN UNIFORME ENSALADA.
Había una vez un gorrión que, habiendo nacido en un hermoso nido con sus queridos padres, vivió una infancia de ensueño creciendo fuerte y vivaz.
Un día, sus padres decidieron volar de nuevo, para seguir explorando el mundo. Y él pennsó en quedarse con el nido para cortejar a una hembra.
Sin embargo, otro gorrión, más fuerte y que se había criado con menos amor, lo expulsó de su privilegiado nido.
MORALEJA: LA HERENCIA SE HIZO IMPOSIBLE ENTRE LOS PÁJAROS AL DECIR "PÍO PÍO" EN LUGAR DE "MÍO MÍO".
El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Bota, bota, bota
la célula eucariota
sin importarle quién fue
o qué vendrá después.
Así es la realidad.
En cualquier momento.
En cualquier lugar.
El artículo de El mundo me dejó patidifuso.El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
Me trasladó visualmente a esa época en la que consideraba sorprendente observar habitantes minúsculos del suelo del césped.
¿Sabías que las hormigas son la constante histórica de los sacrificios de los dioses? Si encuentran comida suelta en algún rincón de tu casa, y vuelven a salvo al hormiguero, volverán a ir, una vez tras otra, a ver si hay de nuevo comida en la pila se sacrificios.El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.