Historia Rocroi, la tumba de los gloriosos Tercios.

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    Rocroi, la tumba de los gloriosos Tercios.

    Ya eran varios los siglos consecutivos en los que la temible infantería española no conocía la derrota en los campos de batalla. Sin embargo, el duque de Enghien, un joven con una carrera fulminante, se había propuesto incluir a los Tercios españoles en su lista de conquistas. Esa oportunidad se le presentó en Rocroi cuando, con la excusa de defender la plaza fuerte del asedio español, el rey francés le cede el mando de todos los ejércitos del norte.

    Nadie, ni los propios franceses, pensaba que al día siguiente iba a tener lugar una de las batallas más recordadas por la historia. Y, por supuesto, ni mucho menos ninguno de los que formó parte de ella esperaban el resultado que cambió definitivamente las tornas en el panorama internacional.


    Es el propio contexto histórico el que puede darnos una muestra de lo que se esperaba con este nuevo enfrentamiento entre las dos potencias del momento, Francia y España.

    Rocroi, la tumba de los gloriosos Tercios.

    La Batalla:


    Tras los toques de corneta y la puesta en marcha de todos los ejércitos, vuelven a empezar los disparos de artillería. El primero en moverse es todo el ejército francés. En el español, los únicos en moverse son los regimientos de caballería situados en las alas. La infantería permanece en su sitio, a la espera de la llegada de Beck.


    Los primeros en combatir son las compañías a cargo del duque de Albuquerque y las del mismísimo duque de Enghien. En un primer momento, Albuquerque consigue deshacer la resistencia francesa dispersando los primeros escuadrones de caballería y a la infantería que estaba mezclada con ésta y haciéndose con los cañones franceses. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, el duque de Enghien reagrupa a los fugados y carga contra los españoles. Gassión carga por la izquierda y una compañía de piqueros reagrupada por la derecha.


    Albuquerque se enfrenta solo a Enghien, Gassión y un batallón de lanceros por lo que las tropas no tardan mucho en batirse en retirada incluso antes del toque de corneta que lo ordena. El ala izquierda española está totalmente deshecha. Sólo unos cuantos escuadrones reorganizados intentan estrellarse otra vez con el rival francés pero son intentos aislados de mero valor simbólico.


    Mientras tanto, en la otra ala, el marqués de La Ferté Senneterre ha cometido el mismo error que en la otra ocasión al ordenar la carga antes de tiempo así que el conde de Isenburg sólo tiene que soportar una ligera presión y, pese a los intentos de l'Hôpital que viene con refuerzos, toda el ala izquierda francesa acaba retirándose en desorden y derrotada. Isenburg se hace con la artillería francesa sin esfuerzo. Las cosas pintan mal para el ejército francés que ahora recibe las cargas de artillería española sin poder responder. Las tropas de Isenburg se dispersan, unos persiguiendo al enemigo huido, otras recogiendo el "botín" de la victoria y muy pocos a la espera de una decisión del conde.


    Ante este panorama, el mariscal Espenan, a cargo de la infantería francesa, ordena la retirada pero el barón de Sirot, al mando de la reserva, ordena avanzar. Quizá fue este movimiento el que salvó la batalla a los franceses. En este momento hubiera sido idóneo un avance de la infantería española que no se dio al utilizar como excusa la espera de la llegada de los refuerzos alemanes. Sin que nadie se diera cuenta, la infantería había quedado desguarnecida de la caballería. Un ataque que aislara a los tercios españoles de los extranjeros decidiría la batalla a favor de Francia y el duque de Enghien fue capaz de ver ese movimiento y ejecutarlo.


    El Tercio de Zamora y el de Soria fueron los primeros en recibir la envestida gala. Pese a que al final lograron rechazar el ataque, tanto el maestre de campo, Fontaine, como el conde de Villalba cayeron dejando sin mando a dos de los tercios más importantes. A pesar de la dura resistencia ofrecida por la infantería española pues, de hecho, el Tercio de Soria pasó a llamarse el de la sangre, el rápido ataque francés había dado sus frutos.

    No tardó mucho el duque de Enghien en poner en retirada a los regimientos valones y alemanes, situados en retaguardia y reserva. Sin embargo, el dolor de cabeza más importante para los españoles fue la actuación de los tres tercios italianos situados en segunda línea. Ya hacía varios días que éstos se quejaban de ocupar tal puesto y que los españoles siempre estuvieran en primera línea (lo que era un honor). Francisco de Melo había conseguido calmar los ánimos dando a entender que ése era un asunto que se trataría más tarde.

    No obstante, cuando la caballería francesa atacó, una de las bajas fue el marqués de Visconti, el principal mando de las tropas italianas. Cuando las circunstancias lo permitieron, los italianos recogieron sus cosas y se retiraron del campo de batalla dejando a los ya maltrechos tercios españoles solos ante todo el ejército francés. Los mandos españoles se retiraron y el resto de infantería se fue agrupando en el Tercio de Zamora.

    Una y otra vez aguantó este último las cargas de los franceses. Las descargas de artillería abrían una y otra vez brechas entre la formación, que volvía a cerrar filas y a estar lista para resistir las siguientes cargas. La batalla estaba perdida y sólo el temor a la llegada de refuerzos hizo que el duque de Enghien decidiera dar cuartel y negociar una rendición honorable que los españoles acabaron aceptando. Era la primera vez que los temidos Tercios de Flandes caían en batalla.

    Fuentes fiables hablan de 7.500 bajas en el ejército de Flandes mientras que en el español se cuentan 3.500 muertos y el resto entre heridos, desertores, y prisioneros.

    BIBLIOGRAFÍA


    -FELIPE RAGEL, L. (2008): ¡Contad los muertos!, Áltera.


    -MARTÍNEZ LAINEZ, F. (2007): Una Pica en Flandes, Edaf.


    -PARKER, G. (1989): España y la Rebelión de Flandes, Nerea.

  2. #2
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    Qué asco los españoles que mitificáis las derrotas y sacrificios absurdos en lugar de las victorias

  3. #3
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    Mucha gloria pero aparezco allí con un tanque moderno y no hay quien se salve

  4. #4
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    "Y ahora veremos si los argentinos son descendientes de españoles o italianos. Si son descendientes de italianos la guerra acabará pronto, si lo son de españoles la batalla será ardua, larga y dura".

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