Ciencia William Perkin, el púrpura y la revolución del color

Introducción. Pigmentos, tintes y colorantes

El hombre en sus orígenes ya presentaba inquietudes artísticas. La necesidad por expresarse, dejar un legado y enseñar en ese momento le motivaron a realizar las primeras obras pictóricas conservadas, las pinturas rupestres. Dichas pinturas las realizaban con carbón, arcillas y sangre de animales. Así pues, el hombre consiguió los primeros pigmentos: negro, rojos y ocres.

Otras propiedades deseables son su facilidad de obtención y precio. Pero estos aspectos no son los limitantes.


Púrpura de Tiro

La utilización de ciertos tintes ha ido vinculada históricamente al estatus social, la élite buscaba distinción y reconocimiento a través de los tintes. Dichos tintes procedían de fuentes naturales raras, lejanas y/o con materia colorante escasa, con lo que se requería de una recolección masiva de dicha fuente.

El púrpura, es un color que en la historia va ligado al poder debido a su difícil obtención. En castellano, siendo rigurosos, el púrpura es el color rojizo (los purpurados, son los cardenales; donde el rojo bermellón característico del Colegio de Cardenales les distingue del resto de obispos), pero por influencia del inglés purple (malva) entendemos púrpura como color malva-morado, que es como se utilizará en este post.

El púrpura de tiro se trata de un tinte utilizado desde al menos el año 1600 a.C. Se obtiene a partir del extracto de la glándula hipobranquial del múrex, un caracol marino que habita en el mar Mediterráneo (Murex brandaris). Se denomina a este tinte y este color púrpura de tiro por ser la ciudad fenicia de Tiria el lugar donde más se producía en la antigüedad. Tras recolectar a este pequeño caracol, se separaba la glándula hipobranquial, se dejaba macerar con salmuera y tras diferentes pasos de cocción, lavado, fermentación y secado, se obtiene el tinte deseado.





El responsable del color es el 6,6’-dibromoíndigo, estructuralmente relacionado con el índigo y aunque según los registros parece ser muy variable la cantidad de tinte que puede obtenerse a partir de una glándula hipobranquial, pero sí es un hecho que se requería de un gran número de estos caracoles para obtener una cantidad apreciable de púrpura de tiro. Uno de los casos documentados más recientemente indica que se requiere de 50.000 ejemplares para obtener 1kg de glándulas con lo que obtenían 60g de tinte; para teñir 1kg de lana, necesitaban 200g de púrpura de tiro. Por este motivo, esta especie de caracol en el Mediterráneo fue esquilmada.



El púrpura de tiro se producía para un selecto mercado, ya que era muy codiciado y su coste llegó a superar el precio del oro.

Por estos motivos, el púrpura de tiro también se conoce como púrpura real. Además, se le conoce también por otros nombres curiosos como púrpura egoísta o ancient purple.

No fue hasta 1909 (3000 años después de los primeros usos documentados) que el químico alemán, Paul Friedländer elucidó la estructura de la molécula responsable del color púrpura: el 6,6’-dibromoíndigo, comprobándose posteriormente la estructura por síntesis.


Quinina, malaria y la “Década malva”. El advenimiento de los tintes sintéticos.

En el año 1856, William Perkin (1838-1907), un joven químico de 18 años con un don especial para la ciencia, entró a trabajar en el laboratorio de Hoffman. En esta época el Imperio Británico buscaba una alternativa a la quinina de procedencia natural y había impulsado a través de un premio a quien lograse sintetizarla, buscando así combatir la malaria que se estaba extendiendo por sus territorios.

Sir William Perkin, retrato de Arthur S. Cope en la National Portrait Gallery de Londres

En el siglo XIX estamos en los albores de la química orgánica, se conocían muy pocas estructuras y la reactividad de los compuestos no estaba detalladamente descrita. No obstante, se conocía desde hace poco la estructura de la anilina y Hoffman pensaba poder sintetizar quinina a partir de anilina, con lo que puso a Perkin a trabajar en dicha obtención.

Perkin trató de sintetizar quinina mediante oxidación de la anilina, obteniendo como resultado una “pasta” negra. La obtención de este “petróleo” es algo que a veces ocurre en los laboratorios química orgánica y cuando a uno le ocurre, lo primero que piensa es en lo que va a costar fregar el matraz. Para limpiar ese estropicio, Perkin trató de disolverlo en etanol, resultando esa masa negra parcialmente soluble, obteniendo una disolución etanólica de color malva.

Aquí es donde entra la mente científica de Perkin, observadora y crítica. Tras obtener ese producto negruzco y ver la solubilidad parcial en etanol, continuó trabajando con ese producto de oxidación y obtuvo lo que finalmente se denominó Malva de Perkin, el primer colorante sintético.

Perkin dedicó los siguientes años a la optimización del proceso, escalarlo para la industria e intentar comercializarlo.
Estamos por tanto, ante un caso de serendipia con el que consiguió popularizar el color malva y hacer asequible su utilización, dejando de ser únicamente para las clases más pudientes.


Vestido de mujer de malva de Perkin. Godey's Lady's Book (Abril de 1864)


Tras lograr la comercialización del malva de Perkin (o púrpura de anilina), logró rápidamente una popularización del color. El púrpura no era ya un color exclusivo de la élite, tan laborioso de conseguir a través de las fuentes naturales (púrpura de tiro) y de tan elevado precio. Era común encontrar ropa de color malva en las boutiques de París y Londres, estamos ante la denominada década malva. En 1862, la misma reina Victoria de Inglaterra hizo gala del color mediante la utilización de una larga prenda malva teñida con el nuevo colorante de Perkin.

Perkin fue uno de los primeros químicos en demostrar la utilidad de la química en la sociedad y demostró que mediante la química era posible obtener gran beneficio económico. Además de ser el creador del primer colorante sintético: malva de Perkin y dar origen a la industria de los tintes sintéticos, impulsando una industria de colorantes basada en los colorantes derivados de la anilina. Dedicó su vida a la síntesis orgánica, sintetizando coumarina y ácido cinámico, a través de la reacción que posteriormente llevaría su nombre "Reacción de Perkin". Siguió avanzando en la síntesis de nuevos tintes y colorantes realizando numerosas patentes.