Cuestión de patria.

Vinieron de bata blanca, de una empresa de sanidad subcontratada y le dijeron que, a raiz de una ordenanza ministerial, había que expropiarle el cerebro. Pero que no sufriera, a cambio le pondrían un microchip.
La cara se le descompuso y con gesto de contrariedad se atrevió a preguntar: Pero... ¿me costará dinero?