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A los cinco años al escuchar melodías, acordes de guitarra, canciones en la radio, y luego cuando reproducía ‹al oído› y en la clave, comenté en mi familia la decisión de que la música sería lo que haría de por vida. Pero, en lugar de buscar instrucción formal –para evitar el posible desencanto con ese proceso–, el acosador ‹trajín› de la época y dar tiempo a la viable desilusión, en casa me dieron indicaciones básicas sobre cómo tocar el piano. Instrucciones exactas y perfectas, con las cuales pude ejecutar canciones simples y componer improvisaciones, no posibles de reproducir similarmente. ¡Ah!, quijotesca y ensoñadora tranquila alegría durante estos años primordiales de crecimiento (...), en donde los amigos, la familia y la comunidad convergían inconmensurables. El tiempo dedicado al descubrimiento musical tardó poco en convertirse en interés TOTAL, tanto que la naciente ‹seriedad artística› provocó cierto pánico familiar. En reacción a la joven ‹atracción›, llamaron al abuelo (...) a que tomara parte en la educación práctica del joven niño. Es decir: la idea es que, a través de su ejemplo, disciplina y trabajo, mi abuelo despertara un nuevo interés en el cual consumiera mi tiempo y energía. Dicho y cumplido. mi abuelo me recogía a las siete de la mañana los sábados, días de vacaciones o libres y a trabajar. El abuelo {o, como le decíamos, ‹el abuelito›} ejercía GRAN constancia, curiosidad, planificación y ejecución. Con su guía paternal las órdenes de utilizar overoles (¨) caqui, la entrega en un petit sobre marrón –pago de acuerdo a buen suceso–, eran cumplidas a suma letra de la orden: TODO para que yo aprendiera y entendiera el buen significado del compromiso. Para la buena ejecución, Mi abuelo puso a uno de sus confiables y mejores jefes (...); y tardaron poco, el abuelo y el nieto, en darse cuenta de cuánto gozaban de la mutua compañía. Siempre mi abuelo, MUY atento, pedía que durante los descansos y el almuerzo me llevaran para conocer a detalle el día. Luego, si era sábado, después del trabajo almorzábamos en su casa y hacíamos visitas especiales –familia, artistas, escritores, poetisas y músicos prominentes–. Si trabajábamos durante la semana, después de llegar a su casa de la fábrica y el taller, había sesión de música (...). ‹El abuelito› era un clásico hasta en la manera de comer. Y, con la sensación de tener la orquesta y tal vez el solista dentro de su sala, NO había momento aburrido. ‹El abuelito› amaba APASIONADAMENTE la música, tenía un equipo de sonido con los mejores amplificadores, parlantes –tan altos como una persona de pie– detrás (...). La ‹aparatería› (como llamábamos el estéreo) sonaba sin descanso. «La buena música hay que escucharla lo MÁS fuerte posible…» y en TOTAL seriedad, decía ‹el abuelito›. Contábamos con TAN buena suerte que a los vecinos o les gustaba la música o simplemente no querían protestar ante tan impresionante ruido organizado, me imagino. La entrada principal era discreta y sin presunción, por dentro la fábrica estaba impecablemente organizada. Para un niño era un mini Disney. Había máquinas mágicas donde las láminas de plástico con un soplo de aire caliente se convertían en interiores de neveras. En otra sección estaban los enfriadores de botellas vacíos en fila india, ideales para jugar adentro y construir pequeñas ciudades juveniles. Luego, un personaje con careta y guantes, vestido de pies a cabeza, disparando un revólver conectado a barriles de pinturas hacía cascarones de metal –refrigeradores, neveras, aires acondicionados– antes de ser equipados. Ése era el trabajo que quería. A la hora de comenzar en sistemas eléctricos había planos, mapas que correspondían a cables, mesas metálicas, armadores de electrodomésticos, era un esfuerzo en sección coordinado en conjunto (...). Y, con overoles (¨), al calor del mediodía, a la legendaria hora del almuerzo y la siesta, el abuelo siempre decía: «hay que comer menos, para vivir más». Les cuento, como su casa, la biblioteca, el cuarto y la fábrica, la servilletería, los cubiertos, los vasos y las comidas: impecables. En organización clásica, la compañía y la conversación siempre con buen trato de joven adulto, música, jornales sobre el futuro, ciencia, cohetes, el espacio y buena energía. Si trabajábamos durante la semana, regresábamos a las siete de la noche. Después de la comida se sentaba en un sillón con su dedito de ‹whiskisito›. música beethoveneana (...), las sinfonías del maestro אוטו קלמפרר {o, B]Otto Nossan Klemperer[/B] (/)}, sus predilectas: tercera, quinta, sexta, novena, y siempre se hacía tarde y yo me dormía. Los sábados en la tarde, mientras el mantenimiento casero ocurría (...), el cuarto concierto beethoveneano para piano, las primeras grabaciones del maestro דניאל בארנבוים {o, Daniel Barenboim (\)}, transcripción del concierto para violín en re, y las sonatas: el maestro Wilhelm Kempff (|) al piano. En la biblioteca mi abuelo tenía TODAS las partituras de las sonatas y los conciertos en colección (...). Al pasar los años y aprender a la música beethoveneana formalmente, y luego grabar las sonatas, simplemente repetí lo que aprendí con mi abuelo y su grata compañía. «Lo que no se aprende a temprana edad no se aprende bien», decía mi abuelo. Entonces a los nueve años su orden fué que aprendiera a conducir (...). Después vinieron las indicaciones que a él le parecían indispensables para tratar bien al género opuesto. Presumía que de otras personas no las sabría: realista, franco, cándido, y con mucho humor, sus indicaciones fueron bien recibidas (...). Y, así pasé de los seis a los catorce años y medio hasta que el turno del largo descanso, a donde todos vamos (...), le tocó al cariñoso abuelo. Cuando compongo, toco, dirijo y manejo, miro a mi mujer, en triunfo o desastre, contento o descontento, cargando conmigo esa sonrisa pícara del abuelo, su voz y su consejo: «no des tu vida por un plato de comida» y «si te comprometes lo haces, pase lo que pase»..." (*)
Siempre, en cualquier caso, a su disposición, damas y caballeros.
Jaume de Ponts i Mateu
post scriptum.- "
la importancia de la vinculación EMOCIONAL con los abuelos..." (^)
addenta
(*) más, si acaso, en, v.g.,
página:
https://revistas.elheraldo.co/latitu...ombiano-145089
(^) más, si acaso, en, v.g.,
página:
https://www.bezzia.com/la-importanci...n-los-abuelos/
(¨) más, si acaso, en, v.g.,
página:
https://es.wikipedia.org/wiki/Overol
(/) más, si acaso, en, v.g.,
página:
https://es.wikipedia.org/wiki/Otto_Klemperer
(\) más, si acaso, en, v.g.,
página:
https://es.wikipedia.org/wiki/Daniel_Barenboim
(|) más, si acaso, en, v.g.,
página:
https://es.wikipedia.org/wiki/Wilhelm_Kempff