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  1. #61
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  2. #62
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  3. #63
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    A LAS 23:30 DIRECTO EN MI CANAL DE YT, YA SAVEIS ESPERO VEROS POR EL DIORECTO

  4. #64
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    al final aki el otro enlace no me va

  5. #65
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    en directo a partir de las 23

  6. #66
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    en directo jugando a cs go 2018

  7. #67
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    Ahora la plataforma de sobaos se ha convertido en el hilo de llamamientos del calbo?

  8. #68
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  9. #69
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    @ElCalvo38 usando la plataforma de Les pasiegues para los llamamientos de sus directos

  10. #70
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    La VERDAD que no te contarán sobre la GRASA SATURADA (Tema serio)
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    Löjan está desconectado Löjan
    09-ene-2014 16:16
    Las grasas de origen animal o vegetal proporcionan una fuente de energía concentrada en la dieta, además de ser el material con el que se forman las membranas celulares y una gran variedad de hormonas y sustancias hormonales. Las grasas en la comida hacen más lenta la absorción de forma que podemos aguantar más tiempo sin sentir hambre. Además, actúan como transporte de importantes vitaminas liposolubles: A, D, E y K. Las grasas de la dieta son necesarias para la conversión del caroteno en vitamina A, para la absorción de los minerales y para muchísimos otros procesos del organismo.
    La Nutrición Políticamente Correcta se basa en el supuesto de que deberíamos reducir nuestro consumo de grasas, particularmente de grasas saturadas de origen animal. Las grasas de origen animal también contienen colesterol, presentado como el malo de la dieta actual.

    La Hipótesis de los Lípidos
    La teoría llamada "la Hipótesis de los Lípidos", que dice que hay una relación directa entre la cantidad de grasa saturada y colesterol en la dieta y la incidencia de la enfermedad cardiaca coronaria, fue propuesta por un investigador llamado Ancel Keys a finales de los años 50. Numerosos estudios posteriores han cuestionado sus datos y conclusiones. Sin embargo, los artículos de Keys recibieron muchísima más publicidad que los de aquéllos que presentaban puntos de vista diferentes.
    Las industrias de aceites vegetales y de procesamiento industrial de alimentos, los mayores beneficiarios de cualquier investigación que encontrara fallos a los alimentos tradicionales, empezaron a promover y a financiar más investigaciones destinadas a apoyar la Hipótesis de los Lípidos.
    El más conocido defensor de las dietas bajas en grasa fue Nathan Pritikin. En realidad, Pritikin defendía la eliminación del azúcar, la harina blanca y todos los alimentos procesados de la dieta y recomendaba el uso de alimentos frescos crudos, cereales integrales y un programa de ejercicio físico agotador; pero fueron los aspectos bajos en grasa de su régimen los que recibieron la mayor atención en los medios de comunicación. Sus seguidores decían que perdían peso y que sus niveles de colesterol en sangre y su presión sanguínea descendían.
    El éxito de la dieta de Pritikin era probablemente debido a varios factores que no tenían nada que ver con la reducción de la ingesta de grasas. Sólo la pérdida de peso, por ejemplo, precipitará una reducción de los niveles de colesterol en sangre. Pero Pritikin se dio cuenta pronto de que la dieta sin grasa presentaba muchos problemas, uno de ellos era que la gente no podía seguir con la dieta. Pero aquellos que tenían la suficiente fuerza de voluntad para permanecer sin tomar grasas por cualquier periodo de tiempo desarrollaron varios problemas de salud incluyendo baja energía, dificultad de concentración, depresión, aumento de peso y deficiencias de minerales (1).
    Puede que Pritikin se haya salvado a sí mismo de la enfermedad cardiaca pero su dieta baja en grasas no lo salvó del cáncer. Murió, en la flor de la vida, suicidándose cuando se dio cuenta de que su régimen espartano no le estaba curando su leucemia. No deberíamos tener que elegir entre morir de ataque al corazón o de cáncer o consumir una dieta que nos produce depresión.
    Cuando los problemas del régimen sin grasas salieron a la luz, Pritikin introdujo una pequeña porción de grasa de origen vegetal en su dieta, que constituía sólo el 10% del conjunto de calorías. Actualmente los dictadores de la dieta nos aconsejan limitar las grasas al 25-30% del conjunto de calorías que ingerimos, lo que supone 28 gramos de grasa al día en una dieta de 2400 calorías. Según ellos, prestar atención a la ingesta de grasas y evitar las grasas animales, es la llave de la salud perfecta...

    Las supuestas "pruebas" que apoyan la Hipótesis de los Lípidos
    Estos "expertos" nos aseguran que la hipótesis de los lípidos está respaldada por unas pruebas científicas irrefutables. Mucha gente se quedaría sorprendida al saber que en realidad, hay muy poca evidencia de que una dieta baja en colesterol y grasa saturada reduzca las muertes por enfermedad cardiaca o que aumente de algún modo la esperanza de vida. Considera lo siguiente:
    Antes de 1920, la enfermedad cardiaca era muy rara en Estados Unidos, tan rara que cuando un joven médico internista llamado Paul Dudley White introdujo el electrocardiógrafo alemán a sus compañeros de la Universidad de Harward, le aconsejaron que se dedicara a otra rama más rentable de la medicina.
    Esta nueva máquina revelaba la presencia de obstrucciones arteriales, de este modo permitía un diagnóstico temprano de la enfermedad coronaria cardiaca. Pero en aquellos días las arterias atascadas eran una rareza médica, y White tuvo que buscar pacientes que pudieran beneficiarse de su nueva tecnología. Durante los siguientes cuarenta años, sin embargo, la incidencia de la enfermedad cardiaca coronaria aumentó dramáticamente, tanto que para mediados de los cincuenta la enfermedad cardiaca era la primera causa de muerte en Estados Unidos.
    Actualmente la enfermedad cardiaca es responsable del 40% de todas las muertes de estadounidenses. Si, como nos han dicho, la enfermedad cardiaca resulta de la consumición de grasas saturadas, lo lógico es que tendría que haber un aumento de consumo de grasa saturada en la dieta americana. Pero, hoy en día, ocurre lo contrario. Durante el periodo de sesenta años comprendido entre 1910 y 1970, la proporción de grasa animal tradicional en la dieta americana disminuyó desde el 83% hasta el 62%, y el consumo de mantequilla cayó en picado desde 8 kg por persona al año hasta 1,8 kg.
    Durante los últimos 80 años, el colesterol en la dieta ha aumentado sólo un 1%. Durante el mismo periodo el porcentaje de aceites vegetales consumidos en forma de margarina, aceites hidrogenados y refinados aumentó un 400% mientras que el consumo de azúcar y alimentos procesados aumentó un 60% (2).
    El Framingham Heart Study es a menudo citado como prueba de la Hipótesis de los Lípidos. Este estudio empezó en 1948 y se llevó a cabo en la ciudad de Framingham, Massachusetts, con 6.000 personas. Se compararon dos grupos en intervalos de cinco años: aquellos que consumían poco colesterol y grasa saturada y aquellos que consumían grandes cantidades. Tras 40 años, el director de este estudio tuvo que admitir:
    "En Framingham, Massachussets, cuanto más grasa saturada comía uno, cuanto más colesterol comía, cuantas más calorías comía, más bajo era el colesterol de esa persona en la sangre..."
    "Vimos que la gente que comía más colesterol, más grasa saturada, más calorías, pesaban menos y eran los más activos físicamente" (3) El estudio mostraba que aquellos que pesaban más y tenían unos niveles anormalmente altos de colesterol en la sangre tenían un riesgo algo mayor de una futura enfermedad cardiaca; pero la ganancia de peso y los niveles de colesterol tenían una correlación inversa con la ingesta de grasa y colesterol en la dieta. (4)
    En un estudio británico de varios años con varios miles de hombres, a la mitad se le pidió que redujera la grasa saturada y el colesterol en sus dietas, que dejara el tabaco y que aumentara las cantidades de aceites insaturados como las margarinas y los aceites vegetales.
    Después de un año, aquellos en la dieta "buena" tenían un 100% más de muertes que aquellos en la dieta "mala", a pesar del hecho de que aquellos hombres con la dieta "mala" seguían fumando... Pero al describir el estudio, el autor ignoró estos resultados a favor de la conclusión políticamente correcta: "La implicación para la política de salud pública del Reino Unido es que un programa preventivo como el que evaluamos en esta prueba es probablemente efectivo..." (5)
    La Prueba de Múltiples Factores de Riesgo de Estados Unidos (Multiple Risk Factor Intervention Trial, MRFIT), financiada por el National Heart, Lung and Blood Institute, comparó las estadísticas de mortalidad y los hábitos alimenticios de más de 12.000 hombres. Aquellos con hábitos alimenticios "buenos" (menos grasa saturada y colesterol, menos tabaco, etc.) mostraban una reducción marginal en la enfermedad coronaria cardiaca, pero su mortalidad total por todas las causas era mayor.
    Resultados similares han sido obtenidos en otros estudios. Los poquísimos estudios que indican una correlación entre reducción de grasas y disminución de la mortalidad por enfermedad cardiaca coronaria también documentan un aumento simultáneo en muertes debidas a cáncer, hemorragias cerebrales, suicidios y muertes violentas. (6)
    La Prueba de Prevención Primaria Coronaria de las Clínicas de Investigación de Lípidos (Lipid Research Clinics Coronary Primary Prevention Trial, LRC-CPPT), que costó 150 millones de dólares, es el estudio más a menudo citado por los expertos para justificar las dietas bajas en grasa. En realidad, el colesterol dietético y la grasa saturada no fueron analizados en este estudio ya que a todos los participantes se les dio una dieta baja en colesterol y en grasa saturada.
    En cambio, lo que hizo este estudio fue analizar los efectos de un medicamento reductor del colesterol. El análisis estadístico de los resultados implicó una reducción del 24% en la incidencia de enfermedad cardiaca coronaria en el grupo que tomaba el medicamento comparado con el grupo placebo, sin embargo, enfermedades no relacionadas con el corazón como el cáncer, apoplejía, violencia y suicido aumentaron en el grupo que tomó el medicamento. (7)
    Incluso la conclusión de que reducir el colesterol disminuye la enfermedad cardiaca es sospechosa.
    Investigadores independientes que tabularon los resultados de este estudio no encontraron ninguna diferencia estadística significativa en las estadísticas de muerte por enfermedad coronaria entre los dos grupos (8). Sin embargo, tanto la prensa popular como las revistas médicas vendieron el LRC-CPPT como la tan ansiada prueba de que las grasas animales son la causa de la enfermedad cardiaca, la enfermedad más mortal en Estados Unidos.

    Estudios que desafían la Hipótesis de los Lípidos
    Ahora sabemos que los investigadores indujeron la enfermedad cardiaca en algunos animales dándoles dosis extremadamente grandes de colesterol rancio y oxidado, cantidades diez veces mayores que las que se encuentran en una dieta humana normal. Sin embargo, varios estudios poblacionales contradicen de lleno la conexión colesterol-enfermedad cardiaca.
    Un estudio con 1700 pacientes con endurecimiento de las arterias, conducida por el famoso cirujano cardiaco Michael DeBakey, no encontró una relación entre el nivel de colesterol en la sangre y la incidencia de arteriosclerosis (9).
    Un estudio con adultos en Carolina del Sur no encontró una correlación entre los niveles sanguíneos de colesterol con hábitos dietéticos "malos", como el consumo de carne roja, grasas animales, fritos, mantequilla, huevos, leche entera, bacon, salchichas y queso (10). Un estudio del Medical Research Council mostró que los hombres que comían mantequilla tenían la mitad de riesgo de desarrollar enfermedad cardiaca que aquellos que usaban margarina (11).
    La leche materna contiene una proporción de colesterol más alta que ningún otro alimento. También contiene más del 50% de sus calorías como grasa, gran parte de ella saturada. Tanto el colesterol como la grasa saturada son esenciales para el crecimiento de bebés y niños, especialmente el desarrollo del cerebro (12). Aun así, ¡la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association) está recomendando una dieta baja en colesterol y baja en grasa para los niños! Las fórmulas lácteas de leche en polvo para bebés son ya bajas en grasas saturadas y las fórmulas de soja carecen de colesterol. Un estudio reciente ha relacionado las dietas bajas en grasa con problemas de crecimiento en niños (13).
    Numerosos estudios de poblaciones tradicionales han dado unos resultados que son una vergüenza para los dictadores de la dieta. Por ejemplo, un estudio comparando a los judíos cuando vivían en Yemen, cuyas dietas contenían grasas únicamente de origen animal, con los judíos yemenitas viviendo en Israel, cuyas dietas contenían margarina y aceites vegetales, revelaron pocas enfermedades cardiacas o diabetes en el primer grupo pero altos niveles de esas dos enfermedades en el segundo (14) (El estudio también notó que los judíos yemenitas no consumían azúcar pero los de Israel tomaban azúcar en cantidades equivalentes al 25-30% de la ingesta total de carbohidratos).
    Una comparación de poblaciones del norte y sur de la India reveló un patrón similar. La gente del norte de la India consume 17 veces más grasa animal pero tiene una incidencia de enfermedad coronaria siete veces menor que la gente del sur de la India (15). Los Masai y tribus similares de África subsisten prácticamente a base de leche (sin pasteurizar), sangre y ternera. Están totalmente libres de enfermedad cardiaca coronaria y tienen unos excelentes niveles de colesterol en la sangre (16).
    Los esquimales comen grandes cantidades de grasas animales de pescado y de animales marinos. Siguiendo su dieta nativa están libres de enfermedades y son excepcionalmente fuertes y resistentes (17). Un estudio extensivo de la dieta y las enfermedades en China encontró que la región en la que la población consume grandes cantidades de leche entera tenía la mitad de incidencia de enfermedad cardiaca que varios distritos en los que sólo una pequeña cantidad de productos de origen animal eran consumidos (18).
    Varias poblaciones mediterráneas tienen baja incidencia de enfermedad cardiaca aun aunque la grasa, incluyendo la grasa altamente saturada del cordero, embutidos y quesos de cabra, supone hasta el 70% de su ingesta de calorías. Los habitantes de Creta, por ejemplo, son famosos por su buena salud y longevidad (19). Un estudio de puertorriqueños reveló que, aunque consumían grandes cantidades de grasas animales, tenían muy baja incidencia de cáncer de colon y de mama (20).
    Un estudio de los longevos habitantes de la Georgia Soviética reveló que aquellos que comían la carne con más grasa eran los que vivían más años (21). En Okinawa (Japón), donde la media de esperanza de vida es de 84 años para las mujeres, los habitantes comen cantidades generosas de cerdo y pescado, y cocinan toda su comida en manteca de cerdo (22). Ninguno de estos estudios es mencionado por aquellos que abogan por la restricción de las grasas saturadas.
    La relativa buena salud de los japoneses, que tienen la esperanza de vida más larga de cualquier nación del mundo, es generalmente atribuida a una dieta baja en grasas. Pero aunque los japoneses comen poca grasa láctea, la noción de que su dieta es baja en grasas es un mito, más bien, contiene cantidades moderadas de grasas animales procedentes de huevos, cerdo, pollo, ternera, pescado y órganos. Además con su afición por el marisco y las sopas de pescado, que comen diariamente, los japoneses probablemente consumen más colesterol que la mayoría de los norteamericanos.
    Pero lo que no consumen es un montón de aceites vegetales, harina blanca o comida procesada industrialmente (aunque sí comen arroz blanco). La esperanza de vida de los japoneses ha aumentado desde la segunda Guerra Mundial, con un aumento de la grasa animal y la proteína en la dieta (23). Aquéllos que señalan a las estadísticas japonesas para promover la dieta baja en grasas se olvidan de que los suizos viven tantos años como ellos con una de las dietas con más grasa del mundo. En tercer lugar en el ranking mundial de longevidad se encuentran Austria y Grecia, ambos países con dietas con alto contenido en grasas (24).
    Como ejemplo final, consideremos a los franceses. Cualquiera que haya comido en Francia habrá observado que la dieta francesa está cargada de grasas saturadas en forma de mantequilla, huevos, queso, nata, hígado, carnes y ricos patés. Sin embargo, la tasa de enfermedad cardiaca coronaria en Francia es menor que en muchos otros países occidentales.
    En los Estados Unidos, 315 de cada 100.000 hombres de mediana edad mueren debido a ataques al corazón cada año; en Francia la tasa es de 145 por cada 100.000. En la región de la Gascoña francesa, donde el hígado de ganso y pato son el alimento básico de la dieta, esta tasa es extraordinariamente baja: 80 de cada 100.000 (25). Este fenómeno ha atraído la atención internacional y lo han llamado la "Paradoja francesa". (No, obstante, los franceses padecen muchas enfermedades degenerativas. Comen grandes cantidades de azúcar y harina blanca y en años recientes han sucumbido a las tentaciones de la comida rápida y procesada industrialmente).
    El coro de las voces del sistema, entre ellas la American Cancer Society, el National Cancer Institute y el Senate Committee on Nutrition and Human Needs, afirma que la grasa animal está relacionada no sólo con la enfermedad cardiaca sino también con cánceres de varios tipos. Sin embargo, cuando investigadores de la Universidad de Maryland analizaron los datos que estas organizaciones usaron para hacer tales afirmaciones, encontraron que el consumo de grasa vegetal estaba correlacionado con el cáncer y el consumo de grasa animal no lo estaba (26).

    Entendiendo la química de las grasas
    Está claro que hay algo erróneo en las teorías que leemos en los medios de comunicación populares, usadas para aumentar las ventas de todo tipo de productos alimenticios y brebajes bajos en grasa y en colesterol. La noción de que la grasa saturadas por sí misma, un tipo de grasa consumida masivamente por toda la humanidad desde sus orígenes en la Tierra, causa enfermedad cardiaca, no es sólo simplista, sino también completamente errónea. Pero es verdad que algunos tipos de grasa pueden ser dañinas. Para que podamos entender cuáles son éstas últimas, debemos saber primero algo sobre la química de las grasas.
    Las grasas o lípidos son un tipo de sustancias orgánicas que no son solubles en agua. En términos simples, los ácidos grasos son cadenas de átomos de carbono con átomos de hidrógeno rellenando los vínculos disponibles. La mayor parte de la grasa de nuestro cuerpo y de la comida que comemos se encuentra en forma de triglicéridos, esto es, cadenas con tres ácidos grasos pegadas a una molécula de glicerol.
    Una cantidad elevada de triglicéridos en la sangre se ha relacionado positivamente con propensión a la enfermedad cardiaca, pero estos triglicéridos no vienen directamente de las grasas de la dieta, sino que son fabricados en el hígado del exceso de azúcares que no han sido usados como energía. La fuente de cualquier exceso de azúcares es cualquier alimento que contenga hidratos de carbono, particularmente el azúcar refinada y la harina blanca.

    Clasificación de los ácidos grasos según saturación

    Los ácidos grasos se clasifican del siguiente modo:
    Saturados: Un ácido graso es saturado cuando todos los vínculos de la cadena de carbono están ocupados por un átomo de hidrógeno. Son altamente estables, porque todos los lazos de carbono están rellenos o saturados con hidrógeno. Esto significa que este tipo de grasas raramente se ponen rancias, ni siquiera cuando se calientan para cocinar. Tienen forma recta y por tanto se agrupan juntas fácilmente, formando una grasa sólida o semisólida a temperatura ambiental. Nuestro cuerpo fabrica ácidos grasos saturados con los carbohidratos y también se encuentran en las grasas animales y los aceites tropicales.

    Monoinsaturados: Los ácidos grasos monoinsaturados tienen un doble vínculo en forma de dos átomos de carbono unidos el uno al otro y, por tanto, les faltan dos átomos de hidrógeno. Tu cuerpo crea ácidos grasos monoinsaturados con ácidos grasos saturados y los usa de varias formas.
    Las grasas monoinsaturadas tienen una curva u onda en la posición del vínculo doble por lo que no se agrupan juntos tan fácilmente como las grasas saturadas y, por tanto, tienden a ser líquidas a temperatura ambiente. Al igual que las grasas saturadas, son relativamente estables. No se rancian fácilmente y de este modo pueden usarse para cocinar. El ácido monoinsaturado más comúnmente encontrado en los alimentos es el ácido oleico, el mayor componente del aceite de oliva además de los aceites de almendras, nueces, anacardos, cacahuetes y aguacates.

    Poliinsaturados: Los ácidos grasos poliinsaturados tienen dos o más pares de vínculos dobles y, consecuentemente, les faltan dos o más átomos de hidrógeno. Los dos ácidos grasos poliinsaturados más frecuentemente encontrados en los alimentos son el doble insaturado ácido linoleico, con dos dobles vínculos (también llamado omega-6), y el triple insaturado ácido linolénico, con tres dobles vínculos (también llamado omega-3). El número de omega indica la posición del primer doble vínculo.
    Tu cuerpo no puede fabricar estos ácidos grasos y de ahí que sean llamados "esenciales". Debemos obtener estos ácidos grasos esenciales de los alimentos que comemos. Los ácidos grasos poliinsaturados tienen ondulaciones en la posición del doble vínculo y por ello no se agrupan fácilmente. Son líquidos, incluso si se refrigeran.
    Los electrones impares en los dobles vínculos hacen que estos aceites sean altamente reactivos.
    Se rancian fácilmente, particularmente el ácido linolénico omega-3, y deben manejarse con cuidado. Los aceites poliinsaturados nunca deberían calentarse o usarse para cocinar. En la naturaleza, los ácidos grasos poliinsaturados se encuentran a menudo en la forma cis, lo cual significa que ambos átomos de hidrógeno del doble vínculo están en el mismo sitio.
    Sin embargo, todas las grasas y aceites, ya sean de procedencia animal o vegetal, tienen alguna combinación de ácidos grasos saturados, monoinsaturados y poliinsaturados. En general, las grasas animales tales como la mantequilla, la manteca y el sebo (la grasa de color blanco de la carne) contienen alrededor del 40-60 % de grasa saturada y son sólidos a temperatura ambiente.
    Los aceites vegetales de climas nórdicos contienen un predominio de ácidos grasos poliinsaturados y son líquidos a temperatura ambiente. Pero los aceites vegetales de los trópicos son altamente saturados. El aceite de coco, por ejemplo, es saturado un 92 %. Estas grasas son líquidas en los trópicos pero duras como la mantequilla en climas nórdicos. Los aceites vegetales son más saturados en climas cálidos porque la mayor saturación ayuda a mantener la rigidez en las hojas de la planta. El aceite de oliva y su predominio de ácido oleico es el producto de un clima templado. Es líquido a temperaturas templadas pero se endurece cuando se refrigera.

    Clasificación de los ácidos grasos según su longitud
    Los investigadores clasifican los ácidos grasos no sólo según su grado de saturación, sino también según su longitud.
    Los ácidos grasos de cadena corta tienen de cuatro a seis átomos de carbono. Estas grasas son siempre saturadas. El ácido butírico, de cuatro átomos de carbono, se encuentra mayormente en la mantequilla procedente de las vacas, y el ácido cáprico, de seis átomos de carbono, está presente en la mantequilla de la leche de cabra. Estos ácidos grasos tienen propiedades antimicrobianas, es decir, nos protegen de virus, levaduras y bacterias patógenas en el intestino. No necesitan que las sales biliares los activen, son directamente absorbidos para proporcionar energía rápida. Por esta razón, es menos probable que causen un aumento de peso como lo hacen los aceites vegetales comerciales o el aceite de oliva (27). Los ácidos grasos de cadena corta también contribuyen a la salud del sistema inmune (28).
    Los ácidos grasos de cadena media tienen de 8 a 12 átomos de carbono y se encuentran predominantemente en la mantequilla y en los aceites tropicales. Al igual que los ácidos grasos de cadena corta, estas grasas tienen propiedades antimicrobianas, son absorbidas directamente para energía rápida, y contribuyen a la salud del sistema inmune.
    Los ácidos grasos de cadena larga tienen de 14 a 18 átomos de carbono y pueden ser saturados, monoinsaturados o poliinsaturados. El ácido esteárico es un ácido graso saturado de 18 átomos de carbono presente en la grasa de ternera y de cordero. El ácido oleico es un ácido graso monoinsaturado de 18 átomos de carbono que es el principal componente del aceite de oliva.
    Otro ácido graso monoinsaturado es el ácido palmitoleico, de 16 átomos de carbono, y que tienen grandes propiedades antimicrobianas. Se encuentra exclusivamente en las grasas animales. Los dos ácidos grasos esenciales son también de cadena larga, cada uno con 18 átomos de carbono de longitud. Otro ácido graso de cadena larga importante es el ácido gamma-linoleico (AGL), el cual tiene 18 carbonos y tres vínculos dobles. Se encuentra en los aceites de onagra, de borraja y de grosella negra. Tu cuerpo fabrica el AGL a partir del ácido linoleico omega-6 y lo usa en la producción de unas sustancias llamadas prostaglandinas, unas hormonas situadas en los tejidos que regulan muchos procesos a nivel celular.
    Los ácidos grasos de cadena muy larga tienen de 20 a 24 átomos de carbono. Tienden a ser altamente insaturados, con cuatro, cinco o seis vínculos dobles. El cuerpo de algunas personas puede fabricar estos ácidos grasos a partir de los ácidos grasos esenciales, pero otros, particularmente aquellos cuyos ancestros comían mucho pescado, carecen de las enzimas para producirlos. Estos "carnívoros obligados" deben obtenerlos de los alimentos de origen animal tales como órganos, yemas de huevo y aceites de mantequilla y de pescado. Los ácidos grasos de cadena muy larga más importantes son el ácido dihomo-gamma-linoleico (DGLA), con 20 átomos de carbono y tres vínculos dobles; el ácido araquidónico (AA), con 20 átomos de carbono y cuatro vínculos dobles; el ácido eicosapentanoico (EPA), con 20 átomos de carbono y cinco vínculos dobles; y el ácido docosahexaenoico (DHA), con 22 átomos de carbono y seis vínculos dobles. Todos estos excepto el DHA son usados en la producción de protaglandinas, hormonas situadas en los tejidos que dirigen muchos procesos celulares. Además, el AA y el DHA juegan unos papeles muy importantes en el funcionamiento del sistema nervioso (29).

    Los peligros de los poliinsaturados
    Al público se le ha suministrado una gran cantidad de desinformación sobre las relativas virtudes de los aceites poliinsaturados versus las grasas saturadas. Los gurús de la dieta políticamente correcta nos dicen que los aceites poliinsaturados son buenos para nosotros y que las grasas saturadas causan cáncer y enfermedad cardiaca. El resultado que han conseguido es unos cambios extraordinarios en la dieta Occidental.
    A principios del siglo XX, la mayoría de los ácidos grasos en la dieta eran o saturados o monoinsaturados, principalmente procedentes de mantequilla, manteca de cerdo, grasas animales, aceite de coco y pequeñas cantidades de aceite de oliva. Hoy en día la mayor parte de grasas en la dieta son poliinsaturadas de aceites vegetales en gran medida procedentes de la soja, además del maíz, el cártamo y la canola.
    Las dietas actuales pueden contener hasta el 30 % de las calorías como aceites poliinsaturados, pero la investigación científica indica que esta cantidad es demasiado alta. Los mejores datos nos indican que nuestro consumo de poliinsaturados no debería ser mayor del 4 % de las calorías totales, en estas proporciones aproximadamente: 2 % de ácido linolénico omega-3 y 2 % de ácido linoleico omega-6 (30).
    El consumo de ácidos grasos esenciales en este rango se encuentra en poblaciones nativas en regiones templadas y tropicales cuyo consumo de aceites poliinsaturados viene de las pequeñas cantidades que se encuentran en las legumbres, los cereales, las nueces, los vegetales verdes, el pescado, el aceite de oliva y las grasas animales, pero no de los aceites vegetales para cocinar comerciales.
    Un consumo excesivo de aceites poliinsaturados se ha demostrado que contribuye a un gran número de enfermedades incluyendo el cáncer y la enfermedad cardiaca, la disfunción del sistema inmune, daña el hígado, los órganos reproductivos y los pulmones, causa desórdenes digestivos, deprime la capacidad de aprendizaje y de crecimiento y causa aumento de peso (31).
    Una de las razones por las que los poliinsaturados causan tantos problemas de salud es que tienden a oxidarse y ranciarse cuando están sujetos al calor, al oxígeno y a la humedad, como por ejemplo cuando se cocina con ellos o se utilizan en procesos alimenticios industriales. Los aceites rancios se caracterizan por tener radicales libres, esto es, átomos o grupos de átomos libres con un electrón impar en una órbita exterior. Estos compuestos son extremadamente reactivos químicamente.
    Los radicales libres han sido llamados "los maleantes" del cuerpo humano por su ataque a las membranas celulares y a los glóbulos rojos y por dañar las cadenas de ADN y ARN, y de esta forma desencadenar mutaciones en tejidos, vasos sanguíneos y piel. Los radicales libres en la piel la dañan causando arrugas y envejecimiento prematuro, los radicales libres en los tejidos y órganos preparan el terreno para el nacimiento de tumores, y los radicales libres en los vasos sanguíneos inician la acumulación de placa.
    Por tanto no es sorprendente que numerosas pruebas y estudios hayan mostrado repetidamente una alta correlación entre cáncer y enfermedad cardiaca con el consumo de poliinsaturados (32). Nueva evidencia relaciona la exposición a radicales libres con el envejecimiento prematuro, con las enfermedades autoinmunes como la artritis y la enfermedad de Parkinson, la enfermedad de Lou Gehrig, el Alzheimer y las cataratas (33).

    Demasiadas grasas Omega-6
    Los problemas asociados con un exceso de poliinsaturados se agravan debido al hecho de que la mayoría de los poliinsaturados en aceites vegetales comerciales están en la forma de ácido linoleico omega-6 doble insaturado, con muy poco del vital ácido linolénico omega-3 triple insaturado.
    Una investigación reciente ha revelado que demasiado omega-6 en la dieta crea un desequilibrio que puede interferir con la producción de importantes protaglandinas (34). Este trastorno puede resultar en una mayor tendencia a la formación de coágulos de sangre, inflamación, alta tensión arterial, irritación del tracto digestivo, baja función inmune, esterilidad, proliferación celular, cáncer y aumento de peso (35).

    Demasiado poco Omega-3
    Un nutrido grupo de investigadores han argumentado que aunque tiene ácidos grasos omega-6 en exceso, la dieta de los países ricos es deficiente en el ácido linolénico más insaturado omega-3. Este ácido graso es necesario para la oxidación celular, para la metabolización de importantes aminoácidos que contienen sulfuro y para mantener un equilibrio justo en la producción de prostaglandinas. Las deficiencias han sido asociadas con asma, enfermedad cardiaca y retrasos de aprendizaje (36).
    La mayoría de los aceites vegetales comerciales contienen muy poco ácido linolénico omega-3 y grandes cantidades de ácido linoleico omega-6. Además, las modernas prácticas agrícolas e industriales han reducido la cantidad de ácidos grasos omega-3 en la carne, los huevos, el pescado y los vegetales comercialmente disponibles. Por ejemplo, los huevos ecológicos de gallinas a las que se les permite alimentarse de insectos y plantas verdes pueden contener ácidos grasos omega-6 y omega-3 en una proporción beneficiosa de aproximadamente uno a uno, pero los huevos comerciales del supermercado pueden contener hasta diecinueve veces más omega-6 que omega-3. Exactamente lo mismo ocurre con la grasa de la carne de animales en pasto (omega-3) vs. la grasa de la carne de animales en piensos de grano y semillas (omega-6), e ídem con la grasa de la leche según la alimentación de las vacas (37).

    Los beneficios de las grasas saturadas
    Las más maldecidas, las grasas saturadas, que todo el mundo te dice que tienes que evitar, no son la causa de las enfermedades modernas. De hecho, juegan importantes papeles en la química de nuestro cuerpo:
    § Los ácidos grasos saturados constituyen al menos el 50 % de las membranas celulares. Son los que dan a nuestras células la resistencia e integridad necesarias.
    § Juegan un papel vital en la salud de nuestros huesos. Para que el calcio se incorpore efectivamente a la estructura ósea, al menos el 50 % de la grasa dietética ha de ser saturada (38).
    § Bajan el nivel de Lp(a), una sustancia en la sangre que indica propensión a la enfermedad cardiaca (39). Protegen al hígado del alcohol y de otras toxinas, como el Tylenol (40).
    § Mejoran el sistema inmune (41).
    § Se necesitan para la adecuada utilización de los ácidos grasos esenciales. Los ácidos grasos omega-3 alargados se retienen mejor en los tejidos cuando la dieta es rica en grasas saturadas (42).
    § El ácido esteárico de 18 átomos de carbono y el ácido palmítico de 16 son el alimento preferido del corazón, y esta es la razón de que la grasa alrededor del músculo cardiaco sea altamente saturada (43). El corazón requiere de esta reserva de grasa en momentos de estrés.
    § Los ácidos grasos saturados de cadena corta y media tienen importantes propiedades antimicrobiales. Nos protegen de dañinos microorganismos en el tracto digestivo.
    Las pruebas científicas, evaluadas honestamente, no apoyan la afirmación de que las grasas saturadas obstruyen las arterias y causan enfermedad cardiaca (44). En realidad, el análisis de la grasa de las obstrucciones arteriales revela que sólo el 26 % de ella es saturada. El resto es insaturada, de la cual más de la mitad es poliinsaturada (45).

    ¿Y qué pasa con el colesterol?
    Aquí también los ciudadanos han sido desinformados. Nuestros vasos sanguíneos pueden ser dañados de varias formas diferentes a través de irritaciones causadas por los radicales libres o los virus, o porque son estructuralmente débiles, y cuando esto ocurre, la sustancia natural de reparación de nuestro cuerpo va allí a reparar el daño. Esta sustancia es el colesterol. El colesterol es un alcohol de alto peso molecular que se fabrica en el hígado y en la mayor parte de las células humanas. Al igual que las grasas saturadas, el colesterol que fabricamos y consumimos juega muchos papeles importantes en nuestro cuerpo:
    § Junto con las grasas saturadas, el colesterol en la membrana celular proporciona a nuestras células la necesaria resistencia y estabilidad. Cuando la dieta contiene un exceso de ácidos grasos poliinsaturados, éstos reemplazan a los ácidos grasos saturados en la membrana celular, por lo que las paredes celulares se vuelven flácidas.
    § Cuando esto ocurre, el colesterol de la sangre es llevado a los tejidos para darles integridad estructural. Esa es la razón de que los niveles de colesterol en la sangre bajen temporalmente cuando reemplazamos las grasas saturadas con los aceites poliinsaturados en la dieta (46).
    § El colesterol actúa como un precursor de los vitales corticosteroides, hormonas que nos ayudan a lidiar con el estrés y protegen el cuerpo de la enfermedad cardiaca y del cáncer. También es el precursor de las hormonas sexuales: andrógeno, testosterona, estrógeno y progesterona.
    § El colesterol es el precursor de la vitamina D, una vitamina liposoluble muy importante necesaria para tener unos huesos y un sistema nervioso saludables, para un crecimiento adecuado, para el metabolismo de los minerales, para el tono muscular, para la producción de la insulina, para la reproducción y para la función del sistema inmune.
    § Las sales biliares están hechas de colesterol. La bilis es vital para la digestión y la asimilación de las grasas de la dieta.
    § Investigaciones recientes muestran que el colesterol actúa como un antioxidante (47). Ésta es probablemente la explicación del hecho de que los niveles de colesterol aumentan con la edad. Siendo antioxidante, el colesterol nos protege del daño de los radicales libres que conducen a la enfermedad cardiaca y al cáncer.
    § El colesterol es necesario para la adecuada función de los receptores de serotonina en el cerebro (48). La serotonina es la sustancia química natural que el cuerpo fabrica para "sentirse bien". Niveles bajos de colesterol han sido asociados con un comportamiento violento y agresivo, depresiones y tendencias suicidas.
    § La leche materna es especialmente rica en colesterol y contiene una enzima especial que ayuda al bebé a utilizar este nutriente. Los bebés y los niños necesitan alimentos ricos en colesterol durante sus años de crecimiento para asegurar el desarrollo adecuado del cerebro y del sistema nervioso.
    § El colesterol dietético juega un papel importante en el mantenimiento de la salud de la pared intestinal (49). Esta es la razón de que las dietas vegetarianas bajas en colesterol pueden llevar al síndrome del intestino agujereado (leaky gut syndrome) y a otros trastornos intestinales.
    El colesterol no es la causa de las enfermedades cardiacas o cardiovasculares sino más bien una potente arma antioxidante contra los radicales libres en la sangre, y una sustancia de reparación que ayuda a curar las heridas arteriales (aunque las placas arteriales contienen muy poco colesterol).
    Sin embargo, como todas las grasas, el colesterol puede ser dañado por la exposición al calor y al oxígeno. Este colesterol dañado u oxidado parece promover tanto heridas en las células arteriales como acumulamiento patológico de placa en las arterias (50). El colesterol oxidado se encuentra en los huevos en polvo, en la leche en polvo (añadida a la mayoría de los alimentos comerciales actualmente), y en las carnes y grasas que han sido calentadas a temperaturas muy altas como por ejemplo en frituras o en otros procesos de alta temperatura (pasteurización, homogenización y ultrapasteurización).
    Niveles altos de colesterol en la sangre a menudo indican que el cuerpo necesita colesterol para protegerse de grandes cantidades de grasas que contienen radicales libres. Del mismo modo que se necesita un cuerpo más grande de policías en un lugar donde ocurren crímenes con más frecuencia, el colesterol se necesita en un cuerpo mal alimentado para proteger al individuo de una tendencia a la enfermedad cardiovascular o cardiaca y al cáncer. Culpar al colesterol de la enfermedad cardiaca coronaria es como culpar a la policía de asesinato y robo en un área de abundante crimen.
    La baja función tiroidea (hipotiroidismo) resultará a menudo en altos niveles de colesterol. Cuando la función tiroidea es pobre, con frecuencia debido a una dieta abundante en azúcar y baja en yodo aprovechable, vitaminas liposolubles y otros nutrientes, el cuerpo inunda la sangre con colesterol como mecanismo protector y adaptativo, proporcionando una superabundancia de materiales necesarios para sanar los tejidos y producir los protectores esteroides. Los individuos con hipotiroidismo son particularmente susceptibles a las infecciones, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer (51).

    La causa y el tratamiento de la enfermedad cardiaca
    La causa de la enfermedad cardiaca no son las grasas animales y el colesterol sino más bien un número de factores inherentes a las dietas modernas, incluyendo un exceso en el consumo de aceites vegetales, grasas hidrogenadas, carbohidratos refinados en la forma de azúcar y harina blanca, deficiencias de minerales, particularmente bajos niveles de los protectores magnesio y yodo, deficiencias de vitaminas, particularmente de vitamina C, necesaria para la integridad de las paredes de los vasos sanguíneos, y de antioxidantes como el selenio y la vitamina E, que nos protegen de los radicales libres, y, finalmente, la desaparición de las grasas antimicrobianas de nuestra alimentación, concretamente, las grasas animales y los aceites tropicales (52). Estas grasas nos protegían de los tipos de virus y bacterias que han sido asociados con la aparición de placa patógena que lleva a la enfermedad cardiaca.
    Mientras que los niveles de colesterol en la sangre proporcionan una imprecisa indicación de una futura enfermedad cardiaca, niveles altos de una sustancia llamada homocisteína en la sangre han sido correlacionados positivamente con una acumulación patológica de placa en las arterias y una tendencia a la formación de coágulos en la sangre, una combinación mortal. El ácido fólico, la vitamina B6, la vitamina B12 y la colina, son nutrientes que bajan los niveles de homocisteína en la sangre (53). Estos nutrientes se encuentran principalmente en alimentos de origen animal.
    La mejor manera de tratar la enfermedad cardiaca, entonces, no es concentrarse en bajar el colesterol, ya sea con medicamentos o a través de la dieta, sino:
    § Cconsumir una dieta que contenga alimentos de origen animal ricos en las vitaminas B6 y B12.
    § Para aumentar la función tiroidea, el uso diario de sal marina natural, una buena fuente de yodo aprovechable.
    § Evitar las deficiencias de minerales y vitaminas que hacen que las paredes arteriales sean más propensas a rupturas y a la acumulación de placa.
    § Incluir grasas antimicrobianas en la dieta.
    § Eliminar de la dieta los alimentos producidos industrialmente, que contienen carbohidratos refinados, colesterol oxidado, aceites vegetales que contienen radicales libres y grasas hidrogenadas, que hacen que el cuerpo necesite una reparación constante.
    Los modernos métodos de procesamiento de las grasas
    Es importante comprender que, de todas las sustancias ingeridas por nuestro cuerpo, los aceites poliinsaturados son los que el procesamiento industrial de los alimentos hace más peligrosos, especialmente el inestable ácido linolénico omega-3. Considera los siguientes procesos que son infligidos en los ácidos grasos naturales antes de que aparezcan en nuestras mesas:
    Extracción
    Los aceites naturales de las frutas, los frutos secos y las semillas deben en primer lugar ser extraídos. Antiguamente, esta extracción se llevaba a cabo moviendo lentamente prensas de piedra. Pero actualmente la mayoría de los aceites procesados en grandes industrias se obtienen aplastando las semillas y calentándolas a 110ºC.
    Después, el aceite es tratado a una presión de 10 o 20 toneladas por 2 cm, de esta forma generando más calor. Durante este proceso, los aceites están expuestos a los daños de la luz y el oxígeno. Para extraer el último 10 % del aceite de las semillas aplastadas, los procesadores tratan la pulpa con algún solvente, a menudo el hexano. El solvente es entonces hervido, aunque pueden permanecer en el aceite hasta 100 partes por millón de solvente. Los solventes, siendo ellos mismos tóxicos, también retienen los pesticidas tóxicos que están adheridos a las semillas y los granos antes que el procesamiento empieza.
    El procesamiento a altas temperaturas hace que las débiles uniones de átomos de carbono de los ácidos grasos insaturados, especialmente el triple insaturado ácido linolénico, se rompan, de este modo creando peligrosos radicales libres. Además, los antioxidantes tales como la liposoluble vitamina E, que protege al cuerpo de los estragos de los radicales libres, son neutralizados o destruidos por las altas temperaturas y presiones. El BHT y el BHA, ambos sospechosos de causar cáncer y daño cerebral, son con frecuencia añadidos a estos aceites para reemplazar la vitamina E y otros conservantes naturales que son destruidos por el calor.
    Hay sin embargo una moderna técnica para la extracción que perfora las semillas y extrae el aceite y su precioso cargamento de antioxidantes a bajas temperaturas, y con una mínima exposición a la luz y al oxígeno. Estos aceites extraídos en frío, no refinados, permanecerán frescos por más largo tiempo si se almacenan en lugares fríos y en botellas oscuras.
    El aceite de oliva virgen extra se produce aplastando las aceitunas entre rodillos de piedra o acero. Este proceso es uno de los más amables ya que preserva la integridad de los ácidos grasos y los numerosos antioxidantes y conservantes naturales del aceite de oliva. Si éste se envasa en envases opacos, retendrá su frescura y su valiosa carga de antioxidantes durante muchos años.

    La hidrogenación (Cómo se fabrica la margarina y la grasa vegetal hidrogenada)
    Este proceso transforma los aceites poliinsaturados, normalmente líquidos a temperatura ambiente, en grasas que son sólidas a temperatura ambiente: margarina y grasa vegetal hidrogenada. Para producirlas, los fabricantes utilizan los aceites más baratos: de soja, de maíz, de algodón o de canola, los cuales ya están rancios debido al proceso de extracción a altas temperaturas, y los mezclan con partículas de metal, a menudo óxido de níquel.
    Al aceite con su catalizador de níquel se le aplica gas de hidrógeno en un reactor a altas temperaturas y a grandes presiones. Después, emulsionantes parecidos a jabón y almidón, son añadidos a la mezcla, y para darle una mejor consistencia, el aceite es sujeto otra vez a altas temperaturas y limpiado al vapor. Esto elimina el olor desagradable que tiene el aceite.
    El color natural de la margarina, un gris poco apetecible, se elimina con lejía. Tintes y fuertes sabores deben después añadirse para hacer que se parezca a la mantequilla. Finalmente, la mezcla es comprimida y envasada en bloques o tubos y vendida con marketing de comida saludable.
    Las margarinas y aceites "parcialmente hidrogenados" son incluso peores para la salud que los aceites vegetales altamente refinados con los que se fabrican debido a los cambios químicos que ocurren durante el proceso de hidrogenación. Bajo altas temperaturas, el catalizador de níquel hace que los átomos de hidrógeno cambien de posición en la cadena de los ácidos grasos.
    Antes de la hidrogenación, los pares de átomos de hidrógeno se encuentran juntos en la cadena, haciendo que ésta se ondule ligeramente y creando una concentración de electrones en el lugar del doble vínculo. A esto se le llama la formación cis, la configuración más común encontrada en la naturaleza. Con la hidrogenación, un átomo de hidrógeno del par se mueve al otro lado de forma que la molécula se endereza. Esto es llamado la formación trans, raramente encontrada en la naturaleza.
    Las grasas trans artificiales son toxinas para el cuerpo humano, pero por desgracia nuestro sistema digestivo no las reconoce como tales. En lugar de ser eliminadas, las grasas trans son incorporadas en las membranas celulares como si fueran grasas cis, ¡de modo que tus células se vuelven también parcialmente hidrogenadas! Una vez allí, los ácidos grasos trans con sus átomos de hidrógeno mal colocados causan estragos en el metabolismo celular porque las reacciones químicas sólo pueden tener lugar cuando los electrones de las membranas celulares están en determinadas colocaciones o patrones, que el proceso de hidrogenación ha distorsionado.
    En 1940, los investigadores encontraron una fuerte correlación entre cáncer y el consumo de grasas, las grasas usadas fueron grasas hidrogenadas, aunque los resultados presentaban a las grasas saturadas como culpables (54). De hecho, hasta muy recientemente, las grasas saturadas eran a menudo clasificadas en la misma categoría que las grasas trans en las numerosas bases de datos que los investigadores usaban para correlacionar tendencias alimenticias con enfermedades (55). Y por supuesto, las grasas saturadas naturales eran tapadas por la brocha negra de los artificiales aceites vegetales hidrogenados.
    Las grasas parcialmente hidrogenadas fabricadas a partir de aceites vegetales en realidad bloquean la utilización de los ácidos grasos esenciales en nuestro cuerpo, causando muchos efectos perniciosos incluyendo disfunción sexual, aumento del colesterol en la sangre y parálisis del sistema inmune (56).
    El consumo de grasas hidrogenadas está asociado a un gran número de otras enfermedades graves, no solamente cáncer sino también arteriosclerosis, diabetes, obesidad, disfunción del sistema inmune, bebés con bajo peso al nacer, defectos de nacimiento, disminución de la agudeza visual, esterilidad, dificultad en la lactancia y problemas con los huesos y tendones (57).
    A pesar de todo esto, sabemos que quien manda es el dinero porque las grasas hidrogenadas continúan siendo promovidas como un alimento saludable por algunas empresas, principalmente las fabricantes de margarina. La popularidad superior de la margarina frente a la mantequilla representa un triunfo del marketing publicitario sobre el sentido común de la gente. Tu mejor defensa es evitar este producto como la peste.

    La Homogenización
    En este proceso las partículas de grasa de la nata de la leche son forzadas a altas presiones por diminutos agujeros. Las partículas resultantes son tan pequeñas que pueden estar en suspensión en vez de ascender hacia arriba en la leche. Esto hace que la grasa y el colesterol sean más susceptibles de ranciarse y oxidarse, y algunas investigaciones indican que las grasas homogeneizadas pueden contribuir a la enfermedad cardiovascular (58).
    El constante ataque de los medios de comunicación a las grasas saturadas es extremadamente sospechoso. Afirmaciones de que la mantequilla causa valores crónicamente altos de colesterol nunca han sido validadas por las investigaciones. Aunque algunos estudios muestran que el consumo de mantequilla causa un pequeño aumento de colesterol temporal, otros han mostrado que el ácido esteárico, el principal componente de la grasa de ternera, en realidad baja el colesterol (59).
    La margarina, por el contrario, provoca niveles crónicamente altos de colesterol y ha sido relacionada con tanto enfermedad cardiaca como cáncer (60). Las nuevas margarinas más suaves o fáciles de extender, aunque tienen menos grasas hidrogenadas, son producidas también a partir de aceites vegetales rancios y contienen muchos aditivos.

    Los valiosos nutrientes de la mantequilla
    Los dictadores de la dieta han tenido éxito en convencer a los habitantes de los países desarrollados de que la mantequilla es peligrosa, cuando en realidad es un valioso componente de muchas dietas tradicionales y una fuente de los siguientes nutrientes:
    1) Vitaminas liposolubles
    Son la vitamina A o retinol, la vitamina D, la vitamina K, la vitamina E y todos sus cofactores naturales necesarios para obtener la máxima efectividad de estas vitaminas. La mantequilla es la mejor fuente de estos importantes nutrientes. De hecho, la vitamina A de la mantequilla es absorbida y utilizada más fácilmente por nuestro cuerpo que la procedente de otros alimentos (61). Afortunadamente, estas vitaminas liposolubles son relativamente estables y sobreviven el proceso de pasteurización.
    Cuando el Dr. Weston Price estudió pueblos tradicionales aislados alrededor del mundo, encontró que la mantequilla era un alimento principal en muchas dietas nativas. (No encontró ninguna tribu aislada que consumiera aceites poliinsaturados). Los grupos que él estudió valoraban particularmente la mantequilla de color amarillo intenso de las vacas que se alimentaban de pasto verde de crecimiento rápido. Su intuición natural les decía que sus cualidades dadoras de vida eran especialmente beneficiosas para los niños y las mujeres embarazadas.
    Cuando el Dr. Price analizó esta mantequilla de color amarillo fuerte encontró que era excepcionalmente rica en vitaminas liposolubles, particularmente en vitamina A. Él llamó a estas vitaminas "catalizadoras" o "activadoras", porque sin ellas, según el Dr. Price, nuestro cuerpo no es capaz de utilizar los minerales que ingerimos, no importa lo abundantes que sean éstos en nuestras dietas. Price también creía que las vitaminas liposolubles eran necesarias para la absorción de las vitaminas solubles en agua.
    Las vitaminas A y D son necesarias para el crecimiento, para unos huesos sanos, para el desarrollo adecuado del cerebro y de los sistemas nerviosos y para un desarrollo sexual normal. Muchos estudios han mostrado la importancia de la mantequilla para la reproducción; su ausencia resulta en una "castración nutricional", esto es, el fracaso en el desarrollo de las características sexuales masculinas y femeninas. Al mismo tiempo que el consumo de mantequilla en los países ricos ha descendido, las estadísticas de esterilidad y de problemas con el desarrollo sexual han aumentado. Los terneros alimentados con sustitutos de la mantequilla no pueden crecer o reproducirse (62).
    No todas las sociedades que el Dr. Price estudió comían mantequilla, pero absolutamente todos los grupos que él observó viajaban a grandes distancias para obtener alimentos ricos en vitaminas liposolubles como el pescado, el marisco, los huevos de pescado, las carnes de órganos, la grasa de mamíferos marinos y los insectos. Sin conocer los nombres de las vitaminas contenidas en estos alimentos, estas sociedades tradicionales aisladas reconocían su importancia en la dieta y comían liberalmente los alimentos de origen animal que las contenían. Ellos creían acertadamente que tales alimentos eran necesarios para la fertilidad y el óptimo desarrollo de los niños.
    El Dr. Price analizó el contenido nutricional de las dietas nativas y encontró que proporcionaban de forma consistente alrededor de DIEZ veces más vitaminas liposolubles que la dieta americana del los años 30. Esta diferencia es probablemente más grande hoy en día ya que los habitantes de los países ricos han reducido voluntariamente el consumo de grasas animales. El Dr. Price se dio cuenta de que estas vitaminas liposolubles promovían una estructura ósea fuerte y bonita, un paladar amplio, dientes rectos perfectos y atractivos rostros bien proporcionados que caracterizaban a los grupos tradicionales aislados.
    Los niños estadounidenses no comen pescado o carnes de órganos, al menos no de forma habitual, y la grasa de animales mamíferos marinos y los insectos no forman parte de la dieta occidental; muchos no comerían huevos de pescado. La única buena fuente de vitaminas liposolubles en la dieta occidental, y que seguro todo el mundo comería, es la mantequilla, es decir, la grasa de la leche. La mantequilla añadida a verduras o untada en pan, y la nata añadida a sopas y salsas, aseguran una correcta asimilación de los minerales y de las vitaminas solubles en agua que se encuentran en las verduras, los cereales y la carne.
    2) El Factor Wulzen
    Llamado también "el Factor anti-rigidez", este compuesto está presente en la grasa animal. La investigadora Rosalind Wulzen descubrió que esta sustancia protege a los humanos y a los animales de la calcificación de las articulaciones (artritis degenerativa).
    También protege del endurecimiento de las arterias, de las cataratas y de la calcificación de la glándula pineal (63). Los terneros alimentados con leche pasteurizada o leche desnatada desarrollan rigidez de articulaciones y no prosperan. Esos síntomas son revertidos cuando la mantequilla cruda es añadida a su dieta. La pasteurización destruye el Factor Wulzen, el cual está presente sólo en la mantequilla, la nata y la leche crudas.
    3) El Factor Price o el Activador X
    Descubierto por el Dr. Price, el Activador X es un poderoso catalizador que, al igual que las vitaminas A y D, ayuda al cuerpo a absorber y utilizar los minerales. Se encuentra en las carnes de órganos de animales en pasto y en algunos pescados y mariscos. La mantequilla puede ser una fuente especialmente rica en Activador X cuando viene de vacas que comen pasto de crecimiento rápido en primavera y otoño. Desaparece en vacas alimentadas con piensos de soja y semillas de algodón (64). Afortunadamente, el Activador X no es destruido por la pasteurización.
    4) El Ácido Araquidónico
    Es un ácido graso poliinsaturado de 20 átomos de carbono con cuatro vínculos dobles, y se encuentra sólo en las grasas animales. El Ácido Araquidónico (AA) juega un papel importante en el funcionamiento del cerebro, es un componente vital de las membranas celulares y es un precursor de las importantes prostaglandinas. Algunos gurús de la dieta advierten de no comer alimentos ricos en AA, aduciendo que contribuye a la producción de prostaglandinas "malas", unas que causan inflamación. Pero en realidad, las prostaglandinas que se fabrican a partir del AA contrarrestan la inflamación. Al igual que al colesterol se le ha acusado de causar daño a las arterias por estar allí para reparar en el lugar del daño, a las prostaglandinas las quieren acusar de inflamación en las arterias debido a que están presentes donde hay inflamación, ya que su función es también reparar el daño.
    4) Ácidos Grasos de Cadena Corta y Media
    La mantequilla contiene un 12-16 % de ácidos grasos de cadena corta y media. Este tipo de grasa saturada no necesita ser emulsionada por las sales biliares sino que es absorbida directamente desde el intestino delgado hacia el hígado, donde se convierte en energía rápida. Estos ácidos grasos también tienen propiedades antimicrobianas, antitumorales y de apoyo al sistema inmune, especialmente el ácido láurico de 12 átomos de carbono, un ácido graso de cadena media que se encuentra sólo en la mantequilla y en el aceite de coco.
    El altamente protector ácido láurico debería ser considerado un ácido graso esencial porque sólo se fabrica en la glándula mamaria y no en el hígado como otras grasas saturadas (65). Debemos obtenerlo de dos fuentes alimenticias: se encuentra en pequeñas cantidades en la mantequilla y en grandes cantidades en el aceite de coco. El ácido butírico de 4 átomos de carbono está presente únicamente en la mantequilla. Tiene propiedades antifúngicas además de efectos antitumorales (66).
    5) Los Ácidos Grasos Esenciales Omega-6 y Omega-3
    Éstos se encuentran en la mantequilla en pequeñas cantidades pero en la misma proporción, lo cual es importante. Este excelente equilibrio entre los ácidos linoleico y linolénico previene los problemas asociados con el consumo excesivo de ácidos grasos omega-6.
    6) Ácido Linoleico Conjugado
    La mantequilla procedente de vacas en pasto también contiene una forma de ácido linoleico modificado llamado Ácido Linoleico Conjugado (ALC), el cual tiene fuertes propiedades anticancerígenas. También promueve el desarrollo del músculo y previene el aumento de peso. El ALC desaparece cuando a las vacas se las alimenta con heno seco o piensos industriales (67).
    7) La Lecitina
    La lecitina es un componente natural de la mantequilla que contribuye al correcto metabolismo y asimilación del colesterol y de otros constituyentes de la grasa.
    8) El Colesterol
    La leche materna es rica en colesterol porque éste es esencial para el crecimiento y el desarrollo. El colesterol es necesario para la producción de una gran variedad de esteroides, los cuales nos protegen frente al cáncer, la enfermedad cardiaca y la enfermedad mental.
    9) Los Glicoesfingolípidos
    Este tipo de grasas nos protege de infecciones gastrointestinales, especialmente en los niños y en los ancianos. Por esta razón, los niños que beben leche desnatada tienen una tasa de diarrea de tres a cinco veces mayor que los niños que beben leche entera (68).
    10) Oligoelementos (minerales esenciales)
    Muchos oligoelementos están incorporados a la membrana del glóbulo de grasa de la mantequilla, incluyendo el manganeso, el zinc, el cromo y el yodo. En regiones montañosas lejos del mar, el yodo de la mantequilla protege del bocio. La mantequilla es extremadamente rica en selenio, un oligoelemento con propiedades antioxidantes, conteniendo más selenio por gramo que el arenque o el germen de trigo.
    Una objeción al consumo de mantequilla y otras grasas animales frecuentemente oída es que tienden a acumular sustancias tóxicas ambientales. Los pesticidas liposolubles tales como el DDT, sí se acumulan en las grasas, pero las sustancias químicas solubles en agua, como los antibióticos y las hormonas de crecimiento, se acumulan en la fracción de agua de la leche y las carnes.
    Los vegetales y los cereales también acumulan toxinas. El cultivo medio recibe hasta diez aplicaciones de pesticidas desde que se planta hasta que se almacena. Los pesticidas en la grasa animal provienen de la alimentación a base de piensos industriales de granos y semillas, a menudo transgénicos y cargados con pesticidas (soja, algodón, maíz, peladura de cítricos, etc.) de prácticamente todos los animales destinados a consumo humano disponibles en la mayoría de las tiendas.
    Sin embargo, las vacas, los terneros y los corderos en pasto, comen hierba que no ha sido rociada con pesticidas. La seguridad sólo la podemos encontrar, por tanto, adquiriendo alimentos de animales que pastan, no necesariamente ecológicos, porque muchas carnes y mantequillas ecológicas provienen de animales alimentados a base de granos que, al ser de agricultura ecológica, encarecen mucho el producto final, pero que no son el alimento adecuado para estos animales y hacen que éstos tengan una carne y una grasa que no es buena para nuestra salud debido a que tiene grandes cantidades de ácidos grasos omega-6, grandes cantidades de proteínas indigeribles, y ausencia de los ácidos grasos "buenos": ácidos grasos saturados e insaturados omega-3.
    Es correcto asumir que todos nuestros alimentos, sean de origen vegetal o animal, pueden estar contaminados. La solución a los venenos ambientales no es eliminar las grasas animales, esenciales para el desarrollo, el crecimiento, la reproducción y la salud general del ser humano, sino buscar carnes y mantequillas ecológicas de animales en pasto, además de vegetales y cereales ecológicos. Estos productos se encuentran disponibles cada vez más en tiendas y supermercados, en venta por correo o directamente de cooperativas.

    Composición de las diferentes grasas
    Antes de dejar este complejo pero vital tema de las grasas, vale la pena examinar la composición de los aceites vegetales y de otras grasas animales para de este modo determinar su utilidad y seguridad en la preparación de alimentos.
    La grasa de pato y ganso es semisólida a temperatura ambiente, conteniendo alrededor del 35% como grasa saturada, el 52% como grasa monoinsaturada (incluyendo pequeñas cantidades del antimicrobiano ácido palmitoleico) y alrededor del 13% como grasa poliinsaturada.
    La grasa de pollo es saturada en un 31% aproximadamente, monoinsaturada un 49% (incluyendo cantidades moderadas del antimicrobiano ácido palmitoleico) y un 20% poliinsaturada, la mayor parte de la cual es ácido linoleico omega-6, aunque las cantidades de omega-3 pueden ser aumentadas alimentando a los pollos con lino o pescado, o permitiéndoles pastar libremente y comer insectos. Aunque se usa mucho en las cocinas kosher para freír, es inferior a la grasa de pato o ganso, que era la tradicionalmente preferida en las cocinas judías.
    La manteca de cerdo es saturada en un 40%, monoinsaturada un 48% (incluyendo pequeñas cantidades del ácido antimicrobiano palmitoleico) y poliinsaturada un 12%. Al igual que la grasa de las aves, la cantidad de ácidos grasos omega-6 y omega-3 variarán de acuerdo a lo que se les ha dado de comer a los cerdos. En los trópicos, la manteca de cerdo puede ser también una fuente de ácido láurico si los cerdos comen cocos.
    Al igual que la grasa de pato y ganso, la manteca de cerdo es estable y una de las grasas preferidas para freír. Era ampliamente usada en América a principios del siglo XX. Es una buena fuente de vitamina D, especialmente en los países del tercer mundo donde otros alimentos de origen animal son a menudo caros. Algunos investigadores creen que los productos del cerdo deberían evitarse porque pueden contribuir al cáncer. Otros sugieren que sólo la carne del cerdo representa un problema y que la grasa en forma de manteca de cerdo es segura y saludable.
    Las grasas de ternera y cordero son saturadas un 50-55%, monoinsaturadas alrededor del 40% y contienen pequeñas cantidades de poliinsaturados, a menudo menos del 3%. El sebo, que es la grasa de la cavidad del animal, es saturado en un 70-80%. La grasa de cordero y ternera y el sebo son muy estables a altas temperaturas y pueden usarse para freír. Las culturas tradicionales valoraban estas grasas por sus beneficios para la salud. Son una buena fuente de ácido palmitoleico antimicrobiano.
    El aceite de oliva contiene un 75% de ácido oleico, una estable grasa monoinsaturada, además de un 13% de grasa saturada, un 10% de ácido linoleico omega-6 y un 2% de ácido linolénico omega-3. El alto porcentaje de ácido oleico hace que el aceite de oliva sea ideal para ensaladas y para cocinar a moderadas temperaturas. El aceite de oliva virgen extra es también rico en antioxidantes.
    Puede tener apariencia nublada y espesa, indicando que no ha sido filtrado, y puede tener un color amarillo dorado, indicando que ha sido extraído de aceitunas totalmente maduras. El aceite de oliva ha superado todas las pruebas de la historia; es el aceite vegetal más seguro que puedes usar, pero no te excedas. Los ácidos grasos de cadena más larga del aceite de oliva tienen más probabilidad de causar la acumulación de grasa corporal que los ácidos grasos de cadena corta de la mantequilla, el coco o el aceite de palma.
    El aceite de cacahuete contiene un 48% de ácido oleico, un 18% de grasa saturada y un 34% de ácido linoleico omega-6. Al igual que el aceite de oliva, el aceite de cacahuete es relativamente estable y, por tanto, adecuado para fritos ocasionales. Pero el alto porcentaje de omega-6 presenta un peligro potencial, así que el uso del aceite de cacahuete debería limitarse estrictamente. Además, desgraciadamente, todas las mante

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    directo esta tar4de de the raiders no os loperdais!!!!!!!!

  12. #72
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  13. #73
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    ejem

  14. #74
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  15. #75
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    Cuenta con mi palo cantabro, con el que salto rios.

    Paisanusss, tierruca

  16. #76
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    Buenas a todos.



    Recomendación que me dió un panadero hace mucho tiempo :


    -vegapas-


    o te lo haces tú mismo. Los industriales, sean de la marca que sean, una basura y mala calidad. CANCER DE SIDA.
    En el norte, los hacen que son una pasada.

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