Se metió 3 rayas como la M-30 y no me invitó ni a una punta la desgraciada
En Barcelona participé en mi primer Glory Hole, en un local bastante sórdido y maloliente cerca de plaza españa.
Al principio solo quería que me la chupase alguna marica cubierta con semen de otros hombres, pero al final sentí la claustrofóbica necesidad de meterme en una de esas cabinas con una puerta y tres orificios.
El primer falo que asomó fue uno bastante pequeño, mortecinamente blancuzco y con el glande exageradamente púrpura, lo metí en mi boca, jugueteando con mi lengua hasta notar de forma inesperada como un río de espeso semen brotó de su uretra derramándose fuera de mi boca.
Dos enormes miembros asomaban ahora a babor y a estribor, a uno le di mi ano, más tierno y profundo que un buen chumino, y al otro le obsequié con una servil y obscena mamada.
Me despedí de Barcelona con ambos orificios bien llenos, relamiéndome todo el viaje la comisura de mis labios en busca de aquel amargo sabor del semen ajeno.
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