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Si otra noche mas, otra noche donde humillo a la criada española retorciéndole un pezón, la miro con desprecio, es un ser a medio hacer y una lágrima recorre en silencio su mejilla. Recuerda a sus padres, unos españoles muertos de hambre que apestavan a lavanda y en ese momento, se me escapa una sonrisa al saber que nunca la volverán a ver.
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