Tema serio Enrique de Diego: Todo liberal es antipatriota.

Todo liberal es un antipatriota.

Enrique de Diego.

En el ya lejano mes de julio plantee que un liberal no puede ser un patriota. Jaime Pérez Oltra tuvo la deferencia de replicarme con brillantez. Entre el fragor informativo cotidiano y el temor a no estar a la altura de la causa que defiendo pido disculpas por haber tardado tiempo en contestar.

Me voy a permitir sintetizar la tesis de mi oponente: un liberal sí puede ser un patriota, aunque no un nacionalista. Jaime Pérez Oltra indicaba que la nación es una institución y que como tal puede evolucionar y como tal desaparecer. Si ello es consecuencia de lo que Friedrich Hayek definía como el orden espontáneo, el liberal no tiene nada que oponer; sólo sería censurable que ello fuera consecuencia de un proceso racional constructivista, mediante una planificación impuesta a través de la coerción del Estado. Si en alguno de los puntos he introducido algún error, estoy dispuesto a ser ilustrado y rectificar.

En el mismo planteamiento inicial expuesto por Jaime Pérez Oltra, adalid del liberalismo, entra ya en contradicción y me da por completo la razón. El liberal está abierto a la evolución, bien puede considerar que el Estado-nación no es el fin de la historia y que, por ejemplo, podría producirse un proceso evolutivo dentro del orden espontáneo hacia el fortalecimiento de entidades supranacionales o hacia un gobierno mundial. Nada tendría que decir un liberal, entre otras cosas, porque ese horizonte holístico es la más estricta coherencia de esa doctrina. Menos coherencia demuestran algunos conspicuos liberales y aún libertarianos españoles como Jesús Huerta de Soto (catedrático de una universidad estatal) o Lorenzo Bernaldo de Quirós o Juan Ramón Rallo, con manifiesta traición a la Patria, se muestran partidarios de la segregación de Cataluña, aunque todos a ellos a sueldo, en el caso de Huerta de Soto con cuestiones tan chocantes como la venta de lotes de libros de Unidad Editorial a las cárceles catalanas a costa del presupuesto de la Generalitat. ¡Glorioso liberalismo!




Lo siento por Jaime Pérez Oltra pero todos los liberales que conozco, y son casi todos, por evidente trayectoria, parasitan con gran soltura del Presupuesto público, sin pararse, por supuesto, ante la estricta corrupción. Celebradas las Jornadas Liberales Iberoamericanas, que puse en marcha, pecados de juventud, faltó tiempo para que empezaran a establecer relaciones para dar pelotazos. No conozco un solo liberal español que no viva del Presupuesto aunque cite mucho a Murray Rothbard y defienda, en nombre de lo privado, el tráfico de órganos o el turismo sexual con menores.

Me he ido del tema y vuelvo. La nación no es una institución. No renuncio a mis lecturas y acepto el consejo de Karl R. Popper de no perderse en debates verbales. Institución es cosa establecida o fundada, organismo que desempeña una función de interés público, especialmente benéfico o docente y cada una de las organizaciones fundamentales de un Estado, nación o sociedad. La nación tiene instituciones pero no es una institución.

Nación es el conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno, es también el territorio y es el conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tiene una tradición común.

La Patria, que entraña una fuerte carga emotiva, telúrica, es la tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos, siendo el Estado el conjunto de los órganos de Gobierno de un país soberano.

Son todas ellas definiciones del Diccionario de la RAE. Me parecen bastante precisas. En tanto que patriota no acepto ninguna evolución de orden espontáneo superadora de la Patria, aunque dudo que el orden espontáneo exista, y lo que me indica la experiencia es que todo es un juego de fuerza y de poder. Defiendo la Patria como estado primero y último de la historia y estoy dispuesto a ser un consciente reaccionario. Fuera de la Patria, nada. En uno de mis libros definí la nación mínima como un Estado de Derecho, porque la Patria es el ámbito territorial en el que la libertad personal es posible.

Por supuesto, cuestión clave de la Patria es el territorio, es su elemento más objetivo y por eso comprendo que haya españoles que no quieran serlo, pero no estoy dispuesto a que me arrebaten parte de mi territorio porque eso es parte de mi ser y de mi libertad, y los tales lo que deben hacer es abandonar el territorio nacional.

Como dijo Ernst Renan, la nación, o en su sentido más emocional, la Patria, es una narrativa común. En la Patria no puede haber varias narrativas, aunque las interpretaciones puedan ser divergentes, pero el multiculturalismo disgrega y destruye la Patria y hace imposible la convivencia. La nación ha de tener una cohesión, una homogeneidad racial, cultural y una tradición respetada, forjada por los héroes y las gentes comunes, con sus claros y con sus sombras, incluso con olvidos comunes, como dice Renan. Popper en “La responsabilidad de la historia”, distanciándose en parte de toda su reflexión contra la identidad de “La sociedad abierta y sus enemigos”, habla de regularidades, de ciertas constantes que permiten la comunicación.

Almanzor no era español, por citar un ejemplo, aunque la estupidez de estos tiempos ha llegado a que en el pueblo de Catalañazor se haya erigido un busto en su honor, en vez de al grande Conde Garci Fernández, y las lugareñas en los festejos gustan de vestirse ahora de odaliscas, cuando sus madres hubieran sido vendidas como esclavos en el gran mercado de esclavos que la cora de Al Andalus.

Voy a pedirle a Jaime Pérez Oltra que sea sincero, claro y coherente y responda a un par de preguntas:

¿Es el liberal partidario de la libre circulación de las personas?
¿Es, en el caso de que la respuesta sea afirmativa, como supongo, partidario de la eliminación de las fronteras?

No es que el liberal no pueda ser patriota, sino que necesariamente es un antipatriota, está contra la Patria o las Patrias, porque se oponen al principio de la libre circulación de las personas.

El ataque hoy a las Patrias no viene del internacionalismo proletario. La izquierda hoy no es más que una fuerza mercenaria a la que se ha dado una prórroga de talonario. Fuerza cipaya del liberalismo. El ataque a las Patrias y a la libertad viene del liberalismo. Si bajamos al terreno práctico, George Soros es un liberal, discípulo de Popper y su fundación destructiva se llama Open Society. Me gustaría decir que ha falseado a Popper o al liberalismo, pero eso sería mentir. Es un liberal coherente y, por tanto, altamente peligroso. Entre la utopía teórica de los microbarrios de Murray Rothbard y el Estado mínimo de Robert Nozick, a lo que propende el liberalismo es al globalismo y al gobierno mundial. El liberal quiere un mundo sin fronteras que sea un único mercado.

Una nación, vuelvo a la RAE, es un conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tiene una tradición. Es un plebiscito de los siglos, una herencia que no puede malgastarse y que exige responsabilidad y que no impele sólo a la razón sino también a los ideales, a los sentimientos y las emociones. Implica flujos de fraternidad y exigencias de responsabilidad en una comunidad de hombres libres.


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Lo fueron a lo largo del desarrollo del imperio español, no dedicando todos los recursos en sofocar las rebeliones sino en acomodarse en lo holgado del imperio.