OsMoLa [Historia] Mi primera experiencia con LSD +fotos

Iniciado por condiloma

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Bueno amigos conforeros, aquí os traigo la última parte del relato. Tal vez sea la menos interesante, pero no por ello igual de sincera.

CUARTA PARTE - Descenso a la cotidianidad, fin de fiesta.


Correrse en plan escupitajo...


Me quedé un rato en la cama hasta que me dieron las siete y cuarto, que es la hora a la que me levanto para ir a currar. Me había pegado toda la noche sin pegar ojo y, dormitando, me dio por ir recordando todas las fantasías y ensoñaciones que acontecieron durante el festival lisérgico que había tenido lugar en mi cama. Estaba agotado, pero pensé que si eso era la experiencia pues bueno, definitivamente había sido la caña. Me puse a pensar luego en la parte sexual del asunto, en lo del culo de mi mujer que me absorbía, en lo del placer que podía obtener olfateando sus cuescazos... total, que el amigo que tengo entre las piernas comenzó a despertarse a la par que yo me desperezaba. Eché mano al asunto, con intención de zurrirme la sardina, y digamos que el tema de la crema estaba bastante más blando y anestesiado que de costumbre. Sentía hormigueo de cintura para abajo y el rabo me respondía poco, me recordaba a las primeras pajas prepúberes. Como me estaba dejando el ciruelo incendiado de tanto frotar, que parecía que estuviese raspando una cerilla, eché mano al cajón y me puse un poco de lubricante de ese que uso con mi parienta. Estaba cachondo, aunque el rabo no me respondiese como siempre, y fue tope de raro porque me corrí sin apenas notar ningún tipo de placer. El lefazo, que tuve a bien echármelo contra el abdomen, fue como un ridículo escupitajo . Me levanté de la cama para limpiarme en el baño y entré directamente en la ducha. Mi hija todavía estaba durmiendo, hasta que viniese mi suegra a levantarla, así que yo por mi parte decidí asearme, lavarme los dientes de nuevo y afeitarme.

Una realidad reconfortante...


Los espacios no variaban en su dimensión, pero todavía tenía la sensación de caminar sobre blando. Aún tenía el sabor ácido en las muelas, lo cual podía comprender que significaba que los efectos del ácido todavía no habían remitido. Me rayó un poco, más que nada por encontrarme con mi hija en ese estado o, peor, ponerme a conducir o llegar al trabajo con el globazo encima Salí de la ducha, me afeité y mientras recogía la cocina llegó mi suegra. La saludé efusivamente, la vi levantar las persianas del comedor y cuando se metió en la habitación de mi hija para despertarla yo metí la cabeza, les dije 'buenos días, que me voy al trabajo' y eso hice. Pillé la puerta y al bajar hasta la portería me percaté que el suelo todavía presentaba fluctuaciones. No tan pronunciadas como la noche anterior, no en plan montículos, pero sí que lo veía todo como si continuara siendo de goma. Me rayé. Más que nada porque en poco menos de una hora comenzaba a trabajar. Echando un vistazo a mi alrededor todo estaba distinto; los colores verdes de la naturaleza de mi barrio eran muy intensos, prácticamente fosforescentes. Las señales de tráfico, las rojas, también se veían tan rojas como el color de una piruleta de esas que tienen forma de corazón. Las sombras y los relieves los veía muy pronunciados, como cuando subes el contraste. Todos los bordes los veía perfilados como si estuviesen subrayados con lápiz. Eso sí, el cielo era apacible, las nubes se desplazaban de forma grácil, el reflejo de los rayos del sol eran muy cálidos, áureos y agradables, algunos sonidos como el trinar de los pájaros me llegaban amplificados y otros por contra, como el ruido del motor de los coches, se escuchaba apagado. El entorno, pese a las distorsiones en la visión (similares a cuando estás en la piscina y te entra una gota de agua en el ojo), me era favorable.


Un espacio de trabajo austero...


Al pillar el coche volvió el Mario kart 64. El habitáculo continuaba siendo estrecho, las ruedas muy pegadas a la carretera, la visión deformada. Me di cuenta que lo de la deformación en las distancias era similar a cuando miras por los retrovisores laterales del coche, que te da la sensación que las distancias son más cortas, pues algo así. Bajé las ventanillas y me puse el aire a tope, no quería que se me fuese el punto y, sumido en algún tipo de ensoñación diurna, se me fuese la olla y me chocase con el coche de delante por dejar de prestar atención a la carretera. Pensé que podía suceder eso, que si me ensimismaba mucho podría perder la sensación del tiempo y conducir como si lo estuviese soñando . El viaje hasta el trabajo, poco más de media hora al volante, se me hizo un poco angustioso. Tenía muchas ganas de llegar. En la radio seguía sonando Bob Marley, me escuché el disco "Rastaman vibration" prácticamente entero. Ni rastro ya de la sinestesia o las voces con eco. Eso sí, seguía necesitando escuchar música agradable durante el trayecto.


En cuanto aparqué revisé el móvil y vi que mi colega el @Landser me había escrito para preguntar qué tal había llegado a casa y eso. Le contesté que todo bien, que luego ya le contaría lo de la noche de vikingos, fuegos artificiales y culos. La verdad es que lo de los culos no se lo dije, pero no por nada, es que lo recordé mucho después. Llamé al Pollantonio, también estaba interesado en saber cómo acabó todo. Me entró sofoco dentro del coche, me agobié al comprender que tendría que ir a currar sin que se me hubiesen pasado aún los efectos del tripi. Me miraba al espejo del conductor para ver qué tal andaban mis pupilas. No alcanzaba a saber si estaban dilatadas normal o si lo estaban demasiado. Eché un vistazo al asiento de al lado, todavía me quedaban diez minutos para entrar, vi que tenía allí el libro 'Viaje al fin de la noche' y quise darle un tiento... pero el negro de las letras me bailaba así que lo dejé estar. Me quedé mirando las fotos del concierto del día anterior. Ya retomaría la lectura en cuanto volviera todo a la normalidad.


Rostros sombríos y la importancia del buenrolleo...


Nada más entrar por el taller ya me entró un sofoco, porque veía claro que tendría que ponerme a currar con todo el globazo. Esquivé a los currelas que estaban cargando la furgo, incluso al Pepelu, que es colega, y al que ya le había hablado de los ácidos y tal. Subí por la escalera deforme y me dirigí a ocupar mi sitio con tal de pasar lo más desapercibido posible. La Carmen me dijo: '¿Qué? ¿Qué tal fue el viernes?'; en aquel momento no tenía ni puta idea de a qué se refería así que le dije: '¿El viernes? No sé, ya ni me acuerdo. Es que este fin de semana he hecho muchas más cosas...' ; Se refería al viernes por la tarde que me pillé fiesta para ir al festival de la guardería de mi hija. Me miró extrañada, porque en realidad la había dejado como con la palabra en la boca y el culo torcido. Me daba palo mirarla. La veía con el rostro sombrío, las ojeras muy pronunciadas... muy en plan yonqui o algo así. Luego le dije: '¿Todavía no han encendido los aires?' porque sentía mucha calor y además escuchaba los ventiladores haciendo FACA FACA FACA FACA FACA FACA, de nuevo como si fuesen las aspas de un helicóptero tomando tierra. Ella no me contestó ni tampoco quiso insistir. Yo me puse a mi bola en el ordenador. El fondo de windows me sacó una imagen nueva, de una familia de guepardos al viento; los efectos del ácido todavía duraban, veía la imagen como un cromo de esos que llamábamos transfer donde el fondo se percibe lejano y las figuras de los guepardos más cercanas. Tenían el halo azul y rojo aquel tipo 3D... Así que me esperaba un día por delante en el que tendría que hacer ver que no me pasaba nada. Me preocupé por el tamaño de mis pupilas; ojalá la mañana transcurriese normal y me dejasen a mi rollo. Poco después llegaban los jefes; la oficina se me presentaba hostil, muy calurosa, con mis compañeros de rostros sombríos y los ventiladores zumbando como si fuese aquello una prisión mexicana o algo de eso. Me salvaron mi compañero de la oficina y el David del almacén.


Cuando llegó mi compañero el Dani, que suele ser un poco capullo, me vino como de muy buen rollo. Me explicó cosas del finde que me parecieron muy graciosas. Me dieron buen rollo, y entonces el buen rollo lo percibía muy gratificante. Luego me enseñó un par de chorradas que le habían llegado por whatsapp y la verdad es que me sacó el agobio que llevaba encima. Después vino el David, a preguntarme algo sencillo que supe responderle, y cuando me dio los buenos días acompañados de una palmada en el hombro me sentí agradecidísimo, como si fuese un perro al que le acarician el lomo. Joder, de puta madre, estaba como de colegueo, mucho más simpático de lo normal... y yo me sentía a gusto hasta que me llamaron por teléfono. Acababa de aterrizar y ya me estaban llamando, lo cual venía a significar que alguien tenía un problema.


El notas y los marrones...


La primera llamada fue de canarias. El montador de allí, Pablo, me exigía explicaciones porque había una columna de hormigón que le impedía colocar la plataforma que debía instalar. Fuah, a mí se me hizo una verdadera montaña solo el comprenderle, porque ya de por si se explica el cabrón como un libro cerrao, y encima que yo estaba torpísimo, en plan 'ooh, jodeer, pero qué me estás contando..'; me acordé de El notas de la peli de El gran Lebowsky. Parecía que iba fumao. Debía concentrarme para poder comprender bien cualquier problema o cualquier historia que me costasen. Estoy seguro que debí preguntarle lo mismo cuatro veces a Pablo , que seguro que tuvo la sensación de estar hablando con un apollardao total. Bueno, por lo general la cosa va al revés. Normalmente el que no se entera es él. Total, acabó la cosa en que tuve que explicarle al comercial lo que pasaba y parece que, de todos modos, el cliente ya estaba advertido de que aquella columna de hormigón debía ir fuera. Todavía estaba con Pablo al teléfono cuando intentaron pasarme otra llamada de Mallorca. Movida en baleares también Tela, mira que hacía meses que no teníamos ninguna incidencia y precisamente aquel día tuvimos tres por la mañana y una por la tarde. Suele suceder que en julio, como tenemos más faena que nunca, es cuando se acumulan los marrones. Como decía el tío de Aterriza como puedas: Elegí un mal día para probar el ácido.


Colgué a Pablo y llamé a Bruno, el instalador de Mallorca. Estaba montando una plataforma más o menos normal pero se le iba el carril la hostia de alto. Temí que fuese a ser por mi culpa, no sé, que hubiese hecho algo mal en el plano o algo. Repasamos las medidas y resulta que en el segundo tramo de escalera las medidas que tomó el comercial no cuadraban ni de coña, estaban trampeadas para que cuadrase la diagonal pero se las había inventado. Cuando salimos de dudas, después de casi veinte minutos al teléfono, pudimos comprender que la culpa era del comercial, es decir, que por nosotros bien porque no era culpa nuestra... pero de todas formas era yo quien debía entrar al despacho del jefe para informarle de lo que había sucedido. Pues nada, como los toreros, me metí en su despacho y le conté lo que había sucedido, como si fuese un mensajero de correos: Le solté el rollo, procurando centrarme en los planos y en la explicación. Solo me miró a los ojos una vez, y debí parecerle suficientemente sincero porque no me insistió más . Me dijo que pidiera a fábrica rehacer el carril y, como ya lo había hecho, me dijo que 'Eso es, muy bien' y salí airoso también de su interrogatorio. No me pareció que se diese cuenta de nada, tal vez estaba yo algo más torpe de lo normal pero bueno, siendo lunes y llevando cara de haber dormido poco tampoco creo que le diese opción a achacarlo al consumo de sustancias estupefacientes.


Me dio la una del mediodía que casi ni me enteré, entre curro de planos y llamadas. La última media hora antes de irme se me hizo un poco eterna, abrí Foroparalelo un rato para ver qué se contaba la peña pero el foro estaba mucho más aburrido que de costumbre. @Cofete rspondiendo a hilos mierdoleros y @Firulay con sus hilos en plan franchute. En cuanto me dio la hora salí del curro tal como si hubiese un incendio y me metí en el coche, todavía con el rollo Mario kart. Me estaba empezando a acostumbrar a conducir en ese plan. Parecía que los efectos remitían pero algo quedaba ahí... aún notaba el sabor ácido en las muelas.


Empatía con las salchichas y el gato extraño...


Llegué a mi casa y tenía que hacerme de comer. Mi gato maullaba con mucha intensidad. Los sonidos potentes y cercanos los escuchaba muy fuertes. El resto se desvanecían en un silencio apacible. No tenía una comida demasiado apetecible, de primero acelgas... que cuando las puse en el cuenco me recordaron a un pantano cenagoso. Pasé. De segundo tenía salchichas para hacer. Puse la sartén con aceite para freír y pensé que estaría bien comérmelas en plan bocata. Mi gato no paraba de maullar así que le puse atún en su plato. Mientras comía, le vi fluctuar de una forma extraña, como si se le desencajase el hombro (que los gatos no tienen, me refiero a la pata delantera), algo así como cuando caminaba Gollum de El señor de los anillos, que se movía como si se fuese luxando las extremidades. Dejé de mirarle, pues me daba palo recordar después cosas raras como esa. Cuando puse las salchichas a freír tuve la sensación de que la carne de estas podría ser la de mis dedos, y que tal vez podría sentir que me abrasaba cuando las pusiera al fuego. Nada, dejé de mirarlas también, me concentré en beber mucho, para ver si así terminaba de bajarme el cuelgue... pero qué va. Todavía me iba a durar el rollo; mientras estaba en el curro busqué en google 'cómo bajar los efectos del LSD' pero básicamente lo que decía es que los efectos podrían durar hasta doce horas. Me puse en lo peor, claro está. Algo angustiosa fue la sensación, al comerme el bocata de salchichas de que cuando le pegaba un bocao a la carne me daba como que me iba a sentir el mordisco en mis dedos. Lo mismo de antes, decidí no mirar el bocadillo. Las salchichas eran como una prolongación de mis dedos . Estaba en la parte más malrollera de todo el viaje... pero vamos, que todo fue eso, lo del gato que se luxaba de forma extraña y la empatía con el dolor de las salchichas, jajajjaa.


Volví al curro por la tarde escuchando el primer disco de los Doors. Tuve también otra movida, errores en las medidas de una instalación en la que finalmente el cliente aceptó modificar la barandilla para que cupiese la máquina. Digamos que hubo cuatro marrones importantes pero casi que pudimos salvarlos todos de alguna manera u otra. Yo seguía muy atento a todo, para no parecer subnormal, y de tan atento que estaba seguramente mis compañeros me debían notar más simpático que de costumbre. En el mostrador de la recepción tenemos un bote y la semana pasada se me ocurrió rellenarlo con lacasitos. Me eché un puñao a la boca antes de sentarme en mi sitio y, joder, me supieron a pura delicia .


Mientras iba avanzando la tarde pensé en comenzar a escribir toda esta historia que os estoy contando, pero me daba mogollón de palo concentrarme en el curro y en otra cosa, así que decidí postergarlo hasta el día siguiente. Por no apetecerme, no tenía ganas ni de leer. Vamos, que hice lo justo del curro y pa casa. Me pegué hasta las siete haciendo planos, a mi rollo, y al salir llamé mi colega el Pollan para contarle cómo había terminado todo.


A dormir, plácidamente y sin ningún tipo de resaca...


Llegué a mi casa, preocupado como estuve todo el día por que no se me notase el globazo. Me concentré en parecer cordial y simplemente hacerme el resacoso. Al fin y al cabo la noche anterior estuve de concierto y me había acostado a las dos... tampoco tenía por qué haber demasiada diferencia de cuando estoy empanao por no haber dormido una mierda. Mi mujer estaba duchando a mi hija y yo me puse a hacerle la cena. Cuando salieron del baño las dos estaban la mar de contentas de verme. Mi mujer me dio las gracias efusivamente por haberle hecho el desayuno y luego me dijo 'Ay, ¿No te he dado un beso aún'. Me dio un beso y me supo a gloria . Luego me puse a darle la cena a mi hija, me contó unas cuantas paridas de la guarde y nos reímos con las chorradas que se le ocurren. Lo cierto es que aquel día se portó muy bien y se fue pronto a la cama. Mi mujer lo mismo. Yo aproveché para meterme en la cama cuanto antes. Tuve la suerte que a ella tampoco le apetecía demasiado cenar, así que cenamos algo rápido y nos fuimos los dos a la cama. Una vez allí yo cerré los ojos y comencé a rememorar las imágenes fantásticas de la noche anterior. Mi mujer estuvo contándome cómo le había ido en el curro por la mañana, algunas historias de la suegra de mi cuñado, me dijo que yo era el hombre de su vida (jajajaaja) y me pidió perdón por quedarse dormida tan pronto pero es que no podía con su vida habiéndose levantado a las cinco y media de la mañana. Me quedé en paz, a oscuras y escuchándola respirar fuerte. Ya se había dormido. Yo casi que también. Estaba seguro que a la mañana siguiente estaría fresco del todo y que ya no tendría ni visiones turbias ni el sabor ácido en las muelas.


Y así fue. Eso sí, desde entonces me da la sensación de que los colores verdes de la vegetación los veo como más intensos. Lo mismo con las cosas que brillan y las señales de color rojo, que las veo muy llamativas como en plan rojo extintor. Mi barrio, la calle y el mundo entero al día siguiente parecían como un remanso de paz después de la guerra. No me quiero poner prosaico, pero es cierto eso que dicen que después de probar el ácido el mundo entero parece mucho más agradable a los sentidos. Prestaba atención a los colores, a los sonidos y a las sombras. Debía parecer como Harrison Ford después de levantarse del coma en 'A propósito de Henry'.


Única y para siempre...


Total, que ha sido una experiencia tope de intensa. Hay días, semanas y meses que transcurren de una forma tan lineal y soporífera que finalmente tenemos la sensación como de que no nos ocurre nada. Por lo general suelo vivir diferentes vidas o aventuras a través de los libros; esta vez la aventura la he vivido en primera persona, con la satisfacción de que las sensaciones son solo mías y las narro para los lectores curiosos, que como yo sienten interés por saber de qué va este rollo, de una forma completamente única y personal.


Me siento muy agradecido, y no creo que vaya a olvidar el quince de julio en la vida. Tal como le dije a mi colega el Pollantonio y luego al @Landser, los dioses lisérgicos me hicieron prometer que no volvería a visitar su morada. Eso haré. Además, mejor, porque así nada podrá cambiar mi primera experiencia ni tendré tampoco con qué comparar.


De ahí que sea única y para siempre.

FIM


De nuevo, menciono a los que había pillado sitio: @MrNecromancer @Kidd_92 @Thunderstruck @Devinev @Kamahl @MackauliZ @Don Wololo @Sexain Bolt @Burrenz @Holis @JACA-MECANIC @Sr. Barbosa @prodigioso @Cigar @cypo @dinpolero @Daakef99 @Burrenz @src @issue2b @Padillakis @Zoncio @Lost_79 @El_Pelebra83 @Mecagoendiox @Anubis Inpu @Adolf Effemberg @solaje @PadreJerome @Enn @ScorKi @jelicic @McNulty @merkel @Estricnina @raverX2 @bokor7 @Roman Kosecki @caballeronegro @Thalmus @Celebrian @Carlos89 @frikazo virgen @Don Tuercas @Jj3 @Jimmyjazz1984

Y como lo prometido es deuda, aquí tenéis el vídeo del que os hablo en la segunda parte.

100% real no fake 1 link como solía decir @DaNxMaKiNa

Joder Menuda historia. Unas preguntas: trabajas en un estudio de arquitectura? en una empresa constructora? eres arquitecto? o ingeniero?

PD: y la frase es: "elegí un mal día para dejar de oler pegamento" Gran peli.