Leopoldo II de Bélgica: El carnicero del Congo
Rey de Bélgica, perteneciente a la dinastía de Sajonia-Coburgo (Bruselas, 1835 - Laeken, 1909). Sucedió a su padre, Leopoldo I, en 1865. Como su antecesor, fue un hábil diplomático, capaz de obtener, merced al apoyo de Gran Bretaña, que la neutralidad belga fuera respetada en la confrontación entre Bismarck y Napoleón III, que culminaría con la Guerra Franco-Prusiana (1870-71). No obstante, las tensiones internacionales crecientes de finales de siglo le convencieron de la necesidad de reforzar la defensa del país, anticipándose así a la violación de la neutralidad belga que perpetrarían los alemanes en la Primera Guerra Mundial (1914-18); poco antes de morir consiguió que se aprobara la Ley del servicio militar (1909).
Pero Leopoldo II fue también un activo hombre de negocios, que simbolizó en su persona el éxito de la economía belga bajo su largo reinado. Su negocio más ambicioso fue la colonización del Congo, que acabó convirtiendo a la pequeña Bélgica en una potencia imperialista. Interesado por el continente africano cuando su interior era prácticamente desconocido en Occidente, creó una Asociación Internacional Africana movida aparentemente por objetivos científicos y humanitarios (1876); impulsó las exploraciones de la cuenca del río Congo por parte de Stanley (1879-85), que le proporcionaron el control de un vasto territorio a través de la Asociación Internacional del Congo (fundada por Leopoldo en 1882).
La Conferencia internacional de Berlín (1885), que repartió el continente africano entre las potencias europeas, creó un Estado Libre del Congo y se lo concedió a título personal a Leopoldo. Éste dirigió durante los años siguientes su colonización y explotación, abanderando la lucha contra la esclavitud y sirviéndose del personal y las estructuras administrativas y militares del Estado belga.
Leopoldo intentó financiar los gastos por sí mismo, como había exigido el Parlamento belga, pero cuando la empresa sobrepasó claramente las posibilidades económicas del monarca, éste solicitó ayuda del presupuesto nacional (1886). Los sucesivos préstamos para financiar la presencia en el Congo concedidos a Leopoldo por el Estado belga acabaron por atribuir a éste la titularidad del territorio; pero con tales prevenciones de la opinión pública contra la idea colonialista, que el Parlamento no aceptó la donación real hasta 1908.
ACTUACION EN AFRICA
Gracias a la colonización del Congo, Leopoldo convirtió a Bélgica en una potencia imperialista y a él mismo en multimillonario. Gracias a los préstamos que le fueron concedidos a Leopoldo por el Estado belga, la AIC creó una red ferroviaria a lo largo del río Congo y de sus afluentes, y abrió carreteras. Después de que John Dunlop inventara los neumáticos de caucho, la demanda mundial de látex, su materia prima, se había disparado en la industria automovilística y de bicicletas, y se inició una carrera comercial internacional para dominar el mercado.
Para adelantarse a la competencia (que explotaba bosques en América Latina y en el sureste asiático), Leopoldo impuso personalmente altas cuotas de producción de caucho en el Congo, obligando la población indígena a cumplirlas con métodos coercitivos de la más alta violencia.[cita requerida] Para aumentar el ritmo de producción, los soldados del Estado Libre del Congo cobraban primas en función de las cantidades suplementarias de caucho recolectado, lo que les incitaba a endurecer cada vez más los métodos de presión sobre los trabajadores.
En los territorios que pertenecían a Leopoldo II, el castigo por desobediencia era la amputación violenta.
Se calcula que durante los años de dominio de Leopoldo sobre el Congo fueron exterminados unos diez millones de nativos,[cita requerida] la mayoría de ellos esclavizados, mutilados, asesinados o amenazados con la muerte para que trabajaran en la obtención de caucho.
En 1895, el misionero Henry Grattan Guinness fue avisado de los abusos sufridos por la población del Estado Libre del Congo e instaló allí una misión. Obtuvo promesas de mejora de Leopoldo, pero nada cambió.[cita requerida] El periodista británico Edmund Dene Morel, ex agente de una compañía de navegación encargada del transporte del caucho hacia Europa, y conocedor de las estructuras comerciales establecidas en Àfrica del oeste, fue también uno de los primeros en avisar a la opinión internacional sobre los crímenes cometidos, recogiendo por primera vez pruebas testimoniales y documentales.
Pero no fue hasta 1903, dos años después del fallecimiento de la reina Victoria, prima de Leopoldo, que la Cámara de los Comunes adoptó una resolución crítica sobre la gestión del Congo, y encargó al diplomático Roger Casement que investigara los hechos. Su informe, conocido como el Informe Casement, se hizo público al año siguiente y tuvo un impacto considerable en la opinión pública. El gobierno británico envió copias a los 14 países firmantes de la Conferencia de Berlín de 1884/1885, pidiendo que se revisara la concesión privada del Congo al rey de Bélgica.
El diputado socialista belga Émile Vandervelde y parte de la oposición parlamentaria consiguieron, en contra de la opinión del rey,[cita requerida] que se creara una comisión independiente de investigación, cuyo informe confirmó las observaciones de Casement y Morel. Por su parte el Rey envió su propia comisión de investigación, constituida de fucionarios públicos belgas, que negó toda clase de abusos y apoyó su labor "civilizadora."
Asesinó en el Congo a más de quince millones de personas.
Esta en INGLES (BBC)