Historia Zomia.

En el sur de Asia, extendiéndose desde las tierras altas de Vietnam hasta la meseta tibetana y hasta el oeste hasta Afganistán, hay un solo reino de montañas en expansión que alberga a más de 100 millones de personas. Esta es Zomia.

Zomia es una franja escarpada de Asia que durante 2.000 años ha permanecido culturalmente apartada de los centros tradicionales de poder y la fuerza de los imperios. Sus habitantes, los "habitantes de las montañas" de Asia, se han ganado una reputación de igualitarismo, insurrección e independencia. Hasta la segunda mitad del siglo XX, muchas de las sociedades allí permanecían analfabetas y se mantenían a sí mismas a través del comercio, el contrabando y las prácticas de la Edad de Hierro, como la agricultura de tala y quema.

Aunque nunca se ve a sí misma como un país aparte, esta zona distintiva ha comenzado recientemente a obtener una atención más amplia. El historiador Willem van Schendel de la Universidad de Ámsterdam acuñó el nombre de Zomia en 2002, como una forma de desafiar las fronteras geográficas tradicionales del continente.

Según el politólogo James Scott, Zomia ofrece una especie de contrahistoria de la evolución de la civilización humana.

En las pequeñas sociedades de Zomia, con sus tecnologías simples, tendencias antiautoritarias y culturas orales, Scott no ve un mundo olvidado por la civilización, sino uno que se ha construido deliberadamente para mantener al Estado al alcance de la mano. Scott argumenta que la historia de Zomia es un rechazo de los poderosos estados de tierras bajas que se considera que definen a Asia. Un lugar donde la gente va a escapar del trato crudo que la civilización compleja históricamente ha sido para los que están abajo: el trabajo forzado y el servicio militar obligatorio, la tributación por guerras y los proyectos de construcción faraónicos, las enfermedades epidémicas que llegaron con la agricultura intensiva y la ganadería.

Lo que Zomia presenta, argumenta Scott en su libro "El arte de no ser gobernado", es una refutación de la narrativa tradicional del progreso civilizador constante, en el que la vida humana ha mejorado a medida que las sociedades se han hecho más grandes y más complejas. En cambio, para muchas personas a lo largo de la historia, sostiene Scott, la vida civilizada ha sido una carga y una amenaza.

“La razón por la que algunas personas no se civilizaron, por qué algunas personas no se 'desarrollaron', puede no ser una cuestión de que no tengan el talento, o que estén atrasados, etc., sino que pueden prducirse históricamente por su deseo de evitar lo que vieron como los inconvenientes de los estados ", dice Scott.

Al mirar más allá de las fronteras nacionales, o regiones definidas políticamente como Asia Oriental o Sudeste Asiático, y al aplicar diferentes tipos de lógica organizativa, en otras palabras, al pensar en áreas como Zomia como lugares en sí mismos, se ve una oportunidad no solo para pintar un retrato más coherente de la historia, sino también para abordar mejor las políticas problemáticas y, a veces, violentas que pueden estallar en lo que tradicionalmente se consideran las regiones fronterizas marginales del mundo.

"Hay todo tipo de formas de cortar el mundo", dice Scott, "y en parte depende de lo que quieras entender".

La imagen de Asia ha sido moldeada por sus grandes imperios: las dinastías Han y Tang de China, el Imperio Gupta y los mogoles en el sur de Asia, las ciudades-estado de Tailandia y Malasia. Estas civilizaciones crecieron en las costas o en los fértiles valles de los ríos, las más extensas abarcan vastas extensiones de territorio y dejan un rico registro histórico en todo, desde tumbas y templos hasta tratados y artículos para el hogar. Sus culturas aún dominan las identidades de los países donde viven sus descendientes.

Todo esto, sin embargo, es la historia de las tierras bajas. Zomia es un mundo alternativo, un reino de culturas mutables y ilegales, que casi no crea imperios y se resiste a incorporarse a aquellas que se originaron en otros lugares. Su gente incluye a los Hmong, los Wa, los Karen, los Lahu y los PaO. Sus límites exactos son objeto de debate: la definición de Scott de Zomia es más pequeña que algunos, se extiende desde Vietnam hasta China, pero hacia el oeste solo hasta el noreste de la India, cubriendo una región tradicionalmente conocida como el macizo del sudeste asiático.

La característica definitoria de esta extensión de colinas y montañas densamente boscosas es lo que Scott llama "fricción del terreno". Viajar es arduo y los habitantes son difíciles de desalojar o disciplinar desde abajo. En Zomia, la elevación no solo aumenta la distancia sino que la reemplaza, de modo que las personas que viven a varios cientos de kilómetros de distancia, pero a la misma altitud pueden tener culturas casi idénticas, pero poco en común con los vecinos que viven más abajo o más alto en las colinas.

Además de las consideraciones geográficas sobre el recurso a la búsqueda de refugio en tierras altas altamente inaccesibles, la tesis de Scott es que gran parte de la interacción social de tales grupos (sus medios de vida, modos de organización social, ideologías y culturas orales) está diseñada para mantener la distancia respecto a los estados; evitan que las estructuras y prácticas estatistas surjan internamente dentro de estas sociedades sin estado. Para empezar, la confianza de muchos zomianos en el forrajeo, la caza, el pastoreo y la agricultura basada en el cambio de raíces para el sustento es vista por Scott como un medio por el cual tales pueblos de la colina trabajan de manera eficaz para evadir la apropiación por parte de los estados. Gran movilidad física y solo rendimientos de poblaciones pequeñas. No es casualidad que los estados hayan surgido en los valles agrícolas debajo de Zomia, ya que el aumento de la agricultura ha permitido un gran crecimiento de la población humana, una fuente de trabajo forzado, junto con la centralización política, dado que la producción agrícola puede ser fácilmente apropiada por grupos empleando la violencia.

Todo lo cual hace de Zomia un lugar donde el poder del estado se ha hecho sentir débilmente, si es que lo hace. Como escribe Scott, Zomia "representa uno de los refugios de población más antiguos y más grandes del mundo que viven a la sombra de los estados pero que aún no se han incorporado completamente".

El siglo XX, con su arsenal de tecnologías que devoran la distancia desde el avión hasta Internet, ha facilitado a los estados suavizar la fricción del paisaje, y las últimas décadas también han visto una campaña decidida entre los estados asiáticos para llevar a sus regiones montañosas a El redil, a menudo estableciéndolos con personas de tierras bajas más leales al gobierno nacional. Como resultado, desde la Segunda Guerra Mundial, Zomia ha perdido gran parte de su carácter distintivo.

Debido a que los propios zomianos producen poco excedente económico y ofrecen relativamente pocos cuerpos para ser capturados para la producción, los asaltantes y los esclavistas asociados con los estados no han encontrado que sean objetos de preocupación terriblemente atractivos; a su vez, los grupos zomianos han tenido menos necesidad de cooperar y subordinarse a los mandatos del poder centralizado. Sin embargo, esta dinámica ha cambiado notablemente en los últimos años, debido al descubrimiento generalizado de valiosos recursos naturales en las periferias de Zomia, con el consiguiente aumento de la militarización, los programas de reasentamiento y otras políticas internas-colonialistas.

Pero todavía hay focos de feroz resistencia. En las montañas a lo largo de la frontera entre Myanmar y China, por ejemplo, los Wa han forjado lo que es esencialmente su propio narcoestado no oficial, financiado por la producción de adormidera y el contrabando de heroína y protegido por un ejército bien equipado de 20,000 efectivos.

La más conocida de las poblaciones de zomianos, al menos en los Estados Unidos, es la Hmong, muchos de los cuales lucharon junto a los Estados Unidos contra los comunistas de Vietnam del Norte y Laos en la Guerra de Vietnam. Más que cualquier otra gente de las tierras altas, los Hmong se definen en oposición a los Han étnicos de China, contra quienes se han alzado en rebelión, de manera regular, durante milenios. Las medidas de represión que siguen a estas rebeliones a veces masivas y, más recientemente, la represión que siguió a la victoria comunista en la Guerra de Vietnam, han llevado a los Hmong más y más a las colinas, y hoy en día varios millones viven en el macizo, principalmente en China y a menudo en elevaciones por encima de 3.000 pies.

Otros pueblos, como Karen en la frontera entre Myanmar y Tailandia, tienen una historia similar de revuelta contra los gobiernos de las tierras bajas, inspirados, en muchos casos, por profetas carismáticos, seguidos de la represión y la retirada a las tierras altas.

Las culturas que han surgido han tendido a ser ferozmente no jerárquicas. Los Wa, por ejemplo, limitan el ostentoso banquete y prohíben a los ricos realizar sacrificios que podrían considerarse como un estatus de jefe. Los kachin tienen una larga tradición de matar a jefes que son vistos como excesivos. Lahu, de la provincia china de Yunnan, no tiene ningún nivel de organización política por encima de la aldea. Todas estas tradiciones evitan activamente que emerja una sociedad más grande y compleja.

La orientación antiestática de estas sociedades se extiende, en la descripción de Scott, incluso al tipo de agricultura que practican. La agricultura de tala y quema, o "swidden", que limpia parches de bosques para cultivos y continúa después de cada cosecha para permitir que el suelo se regenere, generalmente se considera como un antecedente crudo de la agricultura más intensiva practicada en las tierras bajas y la mayor parte del mundo desarrollado. Sin embargo, Scott arguye (tomando prestado del trabajo del antropólogo francés de mediados del siglo XX, Pierre Clastres), a menudo se adopta en lugar de la agricultura fija, por personas que saben cómo practicar ambos tipos de agricultura. La razón, dice Scott, es que el ocultamiento proporciona una libertad que la agricultura fija no ofrece. Al no estar atados a un pedazo de tierra cultivada laboriosamente, los agricultores pueden recoger y seguir adelante si encuentran que las condiciones políticas son onerosas.

En su afirmación más especulativa y disputada, Scott argumenta que incluso la falta de un lenguaje escrito en muchas sociedades zomianas es una medida de adaptación y una elección social consciente. Para los campesinos, la escritura era, ante todo, una herramienta de control estatal: era el instrumento que la élite usaba para extraerles dinero, mano de obra y servicio militar. Como resultado, argumenta Scott, cuando esos campesinos escaparon a las colinas, descartaron la escritura en un intento por garantizar que no surgieran jerarquías coercitivas similares en las nuevas sociedades que formaron.

"He estudiado las rebeliones campesinas, y una de las primeras cosas que siempre hacen las primeras rebeliones campesinas es atacar la oficina de registros", dice Scott. "Ellos asocian la escritura con su opresión".

A través de esa historia polémica, Zomia ha ejercido su propia influencia. Scott pregunta si podemos comprender completamente la magnífica historia cultural de China o sus tradiciones patriarcales de Confucio sin comprender a los "bárbaros" de las tierras altas durante mucho tiempo en sus fronteras, rechazando obstinadamente los blandismos de la civilización. Así como el antiautoritarismo de los hmong y los wa solo tiene sentido en el contexto de su larga lucha con el poder de las tierras bajas, también es difícil entender a los gigantes asiáticos de hoy sin reconocer el espíritu fugitivo de Zomia que acecha en sus colinas.

Cristo