Dicen que el juego del brujo es una obra maestra, el RPG mejor escrito de todos los tiempos. Incluso yo, que no soy dado a los videojuegos, me he visto obligado a pegarle un tiento por tanta como era la insistencia de los que me rodeaban. He encontrado un juego bonito, ciertamente; pero superficial, repleto de clichés, que ofrece una limitada capacidad de interacción con el mundo que te rodea, con un combate mediocre y repetitivo que da asco verlo, con misiones que te obligan a hacer de mensajero durante horas para recompensarte con una espada pésima o unas pocas monedas, monedas que he llegado a acumular a miles sin encontrarles jamás propósito; con un sistema de subir de nivel lamentable, he acabado el juego con siete u ocho puntos de habilidad que no sabía en qué invertir; con personajes planos y cero posibilidad de roleo.
En cambio, el olvidado New Vegas te permite ser desde un fuerte bruto, si bien noble, a un enclencle genio psicópata capaz de exterminar poblaciones enteras. Cada acción y cada respuesta tiene un impacto real en un mundo poblado de facciones diferentes entre sí; cada personaje secundario tiene un trasfondo, unas motivaciones, una cosmovisión, una historia... Y su sino estará profundamente marcado por lo que tú determines.
Allí donde en Witcher eres un absoluto mierda que al principio no puede plantar cara ni al soldado más incompetente del reino y permites que hasta los pedigüeños te insulten a la cara sin poder responderles, New Vegas te permite asesinar desde el principio a todo personaje que encuentres, imponer tu autoridad, hacerte con el control de las facciones e incluso exterminarlas por entero dando una sencilla orden. Allí donde en Witcher te encuentras cavernas vacías con yerbajos de mierda y cuatro monedas sin sentido alguno, en New Vegas encuentras búnkeres llenos de historias, información, tecnología olvidada, misterios, rompecabezas... Allí donde en Witcher tienes mil espaditas de mierda idénticas que te vas encontrando en función de tu nivel, New Vegas te permite modificar tus propias armas y tener bombas nucleares en la palma de la mano.
En Witcher puedes hacer las cosas por las buenas o por las malas, en New Vegas hay hasta seis maneras distintas de resolver una misión; por ejemplo, si has elegido la habilidad de comer cadáveres para recuperar vida, descubres la opción secreta de hacerte amigo de los caníbales y puedes pasarte la misión correspondiente sin enfrentarte a ellos. En Witcher vas en busca de Ciri y resuelves algún misterio, matas algún monstruo de medio pelo; en New Vegas puedes creerte la puta reencarnación de Calígula y apuntarte a La Legión, deseoso de crucificar a los enemigos del imperio. Cada paso de nivel en New Vegas te obliga a tomar la decisión de quién quieres ser, si un pillastre con una lengua dotada de una mordacidad deslumbrante, un fanático de la tecnología capaz de reventar cualquier terminal, un taciturno y poderoso individuo capaz de volar la cabeza de un hombre con los ojos cerrados...
A más, hay que tener en cuenta que Witcher 3 costó 80 millones y se desarrolló a lo largo de casi cuatro años, mientras que New Vegas sólo tuvo en torno a 1,5 millones de presupuesto y hubo de ser desarrollado en menos de un año. Witcher sólo gusta porque es un juego visualmente llamativo, pero nadie lo recordaría ni lo ensalzaría si no fuese por la belleza del entorno; New Vegas, por el contrario, es amado aun a pesar del cáncer visual que genera el motor gráfico desarrollado, e impuesto a Obsidian, por Bethesda.
Cuando un juego del brujo tenga esta profundidad, sopesaré cambiar de opinión:
Cuando un juego del brujo tenga esta profundidad, sopesaré cambiar de opinión:
etc.
Mientras tanto, en el mundo de Geralt de Rivia, que se ve afectado poco o nada por tu mierda de decisiones maniqueístas: